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Santa Fe prospera

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Pese a más de medio siglo de atraso  que tiene Santa Fe, pueblo costero del oeste habanero donde viven cerca de 90 mil habitantes, me gusta vivir en él.

En la mañana bien temprano veo pasar a un anciano con su tabaco en la boca y su sombrero, paseando en un coche tirado por un hermoso caballo. Dicen que se trata de un campesino que cría vacas en su finca y que a esa hora acostumbra a llevarle el desayuno a una antigua novia que tiene por mi barrio.

A consecuencia de la mano dura que Raúl Castro aplicó hace más de un año contra los timbiriches particulares que vendían productos del agro, Santa Fe quedó más muerto que vivo. Para encontrar un boniato o una malanga todavía hay que recorrer más de veinte kilómetros hasta los pueblos colindantes, como Lazo de la Vega, Baracoa, Cangrejera o Bauta. 

Con frecuencia ni pan se produce en las panaderías. El hambre pone a prueba la resistencia de la población. El pueblo seguramente piensa que peor es la cárcel y nadie sale a la calle a protestar.

Pero la situación está cambiando a paso de conga. Se escuchan a los vendedores particulares pregonando ristras de ajo, mazos de cebolla, yogurt natural o con sabor a fresa; sábanas, toallas, utensilios de cocina, palos de trapear, aromatizante para el piso. Un sin fin de cosas que el Estado no vende en moneda nacional, a no ser, quizás, en tiendas muy distantes de Santa Fe.

Dije que las cosas van volviendo a la normalidad y no exagero. Aquellos pequeños letreros colocados a la entrada de las casas que decían: vendo huevos, se asan puercos, se tiñe el pelo, se vende pan con croquetas, hay carbón, se permuta esta casa por dos -algo que indica que se ofrece, ilegalmente, dinero por debajo de la mesa-, han resurgido como el Ave Fénix, de entre las cenizas dejadas por la política dura con que el segundo líder castrista comenzó su heredado mandato.

Pero Santa Fe todavía no es un pueblo como Dios manda, con todas las características de una comunidad civilizada del siglo XXI. Todavía para comprar mejores productos agrícolas hay que irse lejos. Como dije, a otros pueblos o trasladarse de municipio, al reparto Almendares, donde en 42 y 19, aunque a precios altos, se vende de todo,  porque en Santa Fe continúan cerrados, por orden de Raúl, los timbiriches particulares que vendían a precios asequibles al bolsillo del cubano de a pie.

Hay quienes ven esta situación como un castigo contra Santa Fe, porque el pueblo tiene fama de ser cuna de balseros y desafectos al régimen. Aquí se fabricaban las balsas para salir ilegalmente hacia Miami, en la misma cara de la policía.

Es por eso que los santafereños, a pesar de ser vecinos de los gobernantes Raúl y Fidel, quienes viven apenas a tres kilómetros de nosotros, se mantienen reacios a asistir a reuniones de organizaciones gubernamentales, y mucho menos del Partido Comunista. La gran mayoría vive de espaldas  al régimen.

Aún así, algo me dice que todo va a seguir cambiando en beneficio de Santa Fe.  

Hasta en los jardines de las casas se ve menos hierba que hasta hace poco, porque los jardineros particulares han perdido el miedo a ofrecer sus servicios.



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