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El año corto de la política exterior cubana

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Dos declaraciones políticas a principios de diciembre marcaron el final de año de la política exterior cubana en 2009. El reporte de Human Rights Wacht y la carta de intelectuales negros norteamericanos, funcionaron como puntos determinantes de una proyección al exterior marcada por la confrontación y el desvarío. 

El año cronológico comenzó con la visita de varios presidentes latinoamericanos.  No obstante, la destitución en el mes de marzo de los artífices de esa política en la última década, definió el verdadero comienzo de 2009. Carlos Lage, Fernando Remírez y Felipe Pérez fueron acusados de traición y despojados de todos los cargos, cuando las visitas extranjeras señalaban el éxito de su trabajo.

El reconocimiento de los intelectuales afro norteamericanos y de Human Rights sobre la situación de los negros y mestizos, y las violaciones de los derechos humanos en la isla, esclareció que no todos los actores internacionales se complacen con el estado de cosas existentes. 

La designación de Bruno Rodríguez como Ministro de Exteriores en sustitución de Felipe Pérez, definió un descenso del peso de la cancillería en la estructura de gobierno y en el diseño de políticas. A diferencia de sus antecesores, Bruno no es miembro de la Asamblea Nacional, del Consejo de Estado, del Buró Político o del Secretariado del partido comunista.  Esta rareza se sostiene en la desconfianza de los históricos sobre los diplomáticos y el aumento del nivel de relaciones y subordinación a Venezuela y la Alianza Bolivariana (con firmes trazos militaristas e injerencistas en la región). 

La sumisión de la política exterior cubana a los intereses venezolanos provocó que los sucesos en Honduras y su posterior evolución, se observaran como un golpe a la arquitectura  isleña y al proyecto de la alianza sur continental. Esa evaluación se tradujo directamente a los medios de comunicación dentro de la isla.

La oportunidad de revisión de la política exterior Cuba-USA, dentro del marco creado por un nuevo mandatario norteaméricano y con directas alegorías a la búsqueda de entendimiento por parte de Raúl Castro, quedó en pura retórica y debilitó el peso político internacional del actual presidente cubano.

En esas circunstancias, la posibilidad de incorporarse a mecanismos regionales de seguridad, concertación política y financiera, como la Organización de Estados Americanos, fue rechazada, y el continuo acercamiento a China y Rusia, matizó el periodo.

El comportamiento de las delegaciones cubanas en las reuniones internacionales, estuvo marcado por el mantenimiento de la confrontación y la ruptura, estimulados en estos casos por la política exterior de Caracas. Análisis especial merecen los discursos de las delegaciones que participaron en la Cumbre del Medio Ambiente en Dinamarca, y de la Alimentación en Roma.

El uso del poder blando de médicos, maestros y entrenadores deportivos, siguió comportándose como el eje de la política exterior y moneda de cambio por favores políticos hacia los países del tercer mundo, en especial las dictaduras africanas y los países latinoamericanos.

El sostenimiento de los temas del levantamiento del embargo norteamericano y la liberación de cinco espías cubanos presos, como ejes erráticos fundamentales de la política exterior, señalan la imposibilidad de superar la crisis de liderazgo del partido comunista.

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