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2010: otro año viejo

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Dentro de Cuba, 2010 no es un año nuevo. El totalitarismo tiene la morfología de un fósil, pero así sobrevive en medio de la revolución científico-técnica y otras realidades, no tan halagüeñas, que se dejan ver en casi todo el planeta tierra.

Es cierto que logró rebajar la densidad de  la pobreza con el martillo del racionamiento, que alfabetizó y adoctrinó en aras de alcanzar el asentimiento unánime, que hizo con las gratuidades y prohibiciones una soga para colgar en el patíbulo la moral y la ética ciudadana, la eficacia y la productividad del trabajo.

El sistema ha envejecido entre la neblina del populismo. Lo único perdurable y definido es la burocracia, los sistemáticos reajustes a la moralidad de acuerdo a las circunstancias del momento, el discurso de los dirigentes siempre vacío de esperanzas y sujeto a las argollas de la patriotería y el odio.

En su largo viaje por la historia, el Partido Comunista de Cuba busca la manera de extender sus plazos más allá de los pronósticos. Quiere seguir apoltronado sobre la montura del poder.

Cabalga lento para sortear las hondonadas  y avistar desde la lejanía los enemigos con los que armar las próximas aventuras, donde la confrontación aporte el eje del drama para no cambiar el producto final: la conservación del sistema unipartidista con su incontable nómina de privilegios.

Antes era George W, Bush, ahora es Barack Obama y unos cuántos secuaces procedentes de países que conforman la Unión Europea. Dentro del país están a montones los candidatos a la culpabilidad, al escarnio y la cárcel. Basta que sean necesarios en la dramaturgia creada para garantizar el clímax y los desenlaces en que el Estado interviene en calidad de defensor del pueblo ante el acecho de los presuntos agresores.

Con la perpetuación de una atmósfera cargada de tensiones artificiales, se trata de justificar el inmovilismo. Esos pasos hacia adelante son fotogramas de un filme de ciencia-ficción. El movimiento real es hacia atrás. Aunque parezca un chiste, dicen sus inventores que retrocediendo se gana.

En el pasado es que el sistema tiene su origen y su destino. Allí, en esas geografías, es que retoña el descontrol, crece la indisciplina social, se expande el voluntarismo y al cinismo le salen flores de siete colores.

Poco a poco se ha perdido el país. Entre el ejercicio coral que proclama el triunfo de los proyectos concebidos y el afán de inventar nuevas piruetas con el fin de arrancar tan siquiera una mirada de asombro, el socialismo se hunde en el lodo del fracaso. 
 
Quizás sin esperarlo, le llegan las facturas de los dislates. Sus propósitos de igualdad y dignidad para todos terminan como escombros de una vieja edificación.
En pie sólo queda el discurso de una élite que dejará a la nación en bancarrota. Lo más trágico de la historia es que todavía esa gente tiene el vigor necesario para continuar mintiendo y amoldando, a garrotazos, la sociedad.

2010 será un año más, según la percepción de la inmensa mayoría de los cubanos. Habrá que hacerle frente a otro período de patadas existenciales. De eso no hay dudas.

La dictadura se pone espejuelos oscuros para no ver el certificado de jubilación. Señal de que proseguirá apostando por obstruir las vías hacia un futuro diferente, bien lejos de las ortodoxias que florecen en las cercanías de la razón.

¿Habrá que brindar con otra ronda de pesimismo en 2011? 




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