El compromiso del Nobel pesa sobre Obama 

Miguel Saludes

MIAMI, Florida, octubre, www.cubanet.org -Mientras Barack Obama hizo a un lado el tema del premio Nobel de la Paz, que le fuera otorgado de manera sorpresiva, el eco de la noticia sigue acaparando la atención, al calor de discusiones en pro y en contra de la decisión del jurado en Oslo.  

Al decir de una amiga, la pasada edición del Nobel resultó una verdadera olimpiada debido a la cantidad de nominaciones. Poco más de dos centenares de personalidades acompañaban al laureado, uno de los últimos en ingresar en la lista. El presidente francés Nicolás Sarkozy y la senadora colombiana Piedad Córdoba, el rockero Bono, el ex-canciller alemán Helmunt Kohl, el espía nuclear israelí Mordejai Vanunu o el popular cantante Juanes, estaban entre los aspirantes al premio.

Los que están en desacuerdo, o al menos creen que la premiación fue prematura, consideran que en su corto trayecto como presidente, Obama no ha realizado hechos concretos que avalen el alto reconocimiento. El criterio que predomina en este grupo es que se han premiado las intenciones de paz del norteamericano, pero no la realización de su deseo.  

En defensa de la entrega del Nobel a Obama se argumentan razones válidas. "Sólo en muy contadas ocasiones una persona ha atraído la atención mundial al mismo nivel que Obama y dado a su pueblo la esperanza de un mundo mejor", opinó el jurado una vez que dio a conocer el veredicto. La recuperación del valor de la diplomacia para resolver conflictos, la devolución a la ONU de su papel protagónico, su postura respecto a las armas nucleares, el interés puesto en el problema del calentamiento global, son suficientes motivos para este magno reconocimiento, afirman los miembros del Instituto Nobel.

El Comité Noruego explicó además que Obama es "actualmente el principal portavoz mundial" de "la política internacional y las actitudes" que este organismo ha tratado de "estimular" en sus 108 años de historia. Por lo tanto encarna los valores universales de la paz y la concordia. Esa visión y proyección, creadora de un clima nuevo en la política internacional, le acreditó el galardón.

Pero justo es reconocer que pese a una agenda cargada de serios problemas, en corto tiempo algo se ha avanzado. La manera en que se atajó la crisis económica de carácter mundial, aún en vías de solucionarse plenamente, resultó un hito importante en la conservación de la tranquilidad planetaria. El diferendo provocado por la instalación del escudo anti-misiles en Europa, quedó zanjado por una sabia decisión, descompresionando las tensiones entre Rusia y Estados Unidos. La crisis política en Honduras recibió un enfoque correcto a pesar de que se conozcan los designios del presidente depuesto. El conflicto fue colocado sobre la mesa de negociación y la parte norteamericana llamó a conservar los valores democráticos por encima de otras consideraciones.  

Casi un día después de la entrega del Nobel una pugna que llevaba casi un siglo por resolver encontró salida. Las relaciones entre Turquía y Armenia fueron restablecidas entre ambos gobiernos, cerrando un ciclo de enemistad tradicional. Entre los concurrentes a la firma de los acuerdos se encontraba Hillary Clinton, actual Jefa de Estado norteamericana.

Es cierto que hay mucho por hacer. Corea del Norte, el problema que plantea el desarrollo nuclear iraní y el antiguo conflicto israelí-palestino, son los más candentes en la agenda. Barack Obama se ha manifestado esperanzadoramente sobre estos temas. Por ello no es ilícito especular en el crédito de un reconocimiento que incentivara mayores esfuerzos, adicionando a la condición de mandatario de una nación poderosa, la dignidad del Nobel.

Acaso otros nominados tenían mayores méritos que Obama. El príncipe Ghazi Bin Muhammad Bin Talal de Jordania, por alentar el diálogo entre religiones; Sima Simar, abogada de los derechos humanos en Afganistán, Hu Jia disidente de origen chino, el primer ministro de Zimbabwe Morgan Tsvangirai, el bonzo disidente vietnamita Chich Quang Do, la abogada chechena Yussupova o Denis Mukwege, médico fundador del hospital de Panzi, que atiende a mujeres víctimas de violencia sexual. El esfuerzo valiente y plausible de estos activistas concentrado en diversos focos locales de crisis, no basta para forjar la paz mundial.  

En realidad el Nobel entregado el pasado 9 de octubre pone sobre los hombros del mandatario estadounidense una responsabilidad moral de mucho peso. A la vez es una muestra de confianza por parte de la comunidad mundial en su liderazgo, lo que constituye un reconocimiento a la importancia de Estados Unidos en el plano universal. 

Quizás con ello la premiación busca el compromiso de Estados Unidos de Norteamérica, nación muy criticada a veces, pero con actuaciones claves en momentos cruciales para la Humanidad.