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La dosis exacta

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Los cubanos, además de musicales, somos médicos sin título, bata ni estetoscopio. Ante catarros, diarreas, gripes y dolencias de orden menor, nos curamos por cuenta propia practicando la medicina casera, no importa la enfermedad de que se trate. Para evitar estas conductas, la televisión ha estrenado un programa semanal: La dosis exacta.

El programa; auspiciado por el Ministerio de Salud Pública, alerta sobre las consecuencias de las interacciones medicamentosas, la importancia de las dosis requeridas y los efectos indeseables de algunos medicamentos, recalcando en cada situación la necesidad de acudir al médico ante los primeros síntomas de enfermedad.

A pesar de que analgésicos como la dipirona y aspirina requieren de receta médica para su adquisición, el cubano medicamentoso se las arregla para “resolver” y distribuir tabletas; de este modo algunos irresponsables enfrentan la frustración característica de quienes, a pesar de una dudosa vocación personal, nunca obtuvieron un título médico, y representan una amenaza pública. De ahí la necesidad del programa.

“Te voy a regalar unas tabletas que te van a poner nuevo”. “Eso te lo quito con un poco de tetraciclina”. Son frases comunes de esos insensatos personajes que no se detienen ante la hipertensión arterial, diabetes, colesterol alterado y – ¡perdónalos Dios mío que no saben lo que hacen! – ni siquiera los laberintos del sistema nervioso, y sin que les tiemble la mano, facilitan al vecino o familiar ansiolíticos y sustancias antidepresivas.

Pero el programa ha tenido un efecto no previsto y en la actualidad la situación se ha revertido. Los seguidores del programa cuestionan cada tratamiento indicado por los médicos; se han convertido en pacientes-problema, demandan explicaciones clínicas antes de aceptar la sugerencia del especialista y alargan las ya demoradas colas de los consultorios del médico de la familia. Nada, que los pájaros están tirándole a la escopeta.

“El cubano, o no llega o se pasa” –sentencio el Generalísimo Máximo Gómez. Los médicos sin bata que habitan la Isla han tomado el rábano por las hojas y, mal interpretando el mensaje del programa, rechazan medicamentos cuyas bondades podrían devolverles la salud.

 
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