Abono orgánico

Frank Correa 

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanetorg) - Una gestión personal del presidente del Poder Popular de Jaimanitas hizo el milagro. Dos camiones de la empresa de aguas negras de La Habana llegaron la semana pasada y realizaron los trabajos de limpieza de pozos, después de siete años. 

La aparición simultánea de dos barrenadores resultó un acontecimiento. Son camiones que sacan grandes patas de hierro y se plantan con firmeza en la tierra, para que el taladro rompa la roca y penetre. El ruido es infernal; los colosos cubrieron de estruendos a Jaimanitas durante la semana, pero los beneficiados estaban felices. El 40 por ciento de las viviendas del pueblo confrontan problemas con el pozo de alivio. Y casi la totalidad están tupidas y las fosas sanitarias se desbordan.   

Durante el trabajo de limpieza de pozo sucede algo bastante molesto. Hasta que el taladro perforador no logre abrir la brecha y acceder a una caverna subterránea, las aguas negras brotan y se desplazan por las calles. Mientras más se demora en aparecer la caverna, más olor a mierda se respira.

El  pozo de la casa de Zulema  hizo sudar de lo lindo al taladro todo el domingo. Un torrente negruzco invadió la Vía Blanca y llegó hasta 5ta. Avenida. Por las entrecalles también se  ramificó el agua sucia, y una huella del sedimento iba marcando los bordes de las aceras, como sucede cuando crecen los ríos.  

Algo distante de allí, en el reparto Mayanima, se destupió otro pozo y salió una cantidad  de porquería a  la superficie como jamás vio Jaimanitas en sus cien años de fundada. Se unió a  las  emanaciones del pozo de Zulema y a otros pozos de la localidad.  

Por la  tarde del último día, cuando el agua se evaporó, había diez centímetros de sedimento en la calle. Los vecinos, con palas y guantes, los recogían y amontonaban.