Analogía
Moisés Leonardo Rodríguez
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Entre el tabaquismo y el socialismo hay una fuerte analogía. Antes y después del siglo XX fumar puros y cigarrillos era algo chic. El humo inundaba los lugares públicos. Los ceniceros abundaban más que cualquier otro artefacto. Los medios de comunicación y propaganda promovían el consumo de tabaco.
No hay película de la época en que el galán y no apareciera el cigarrillo en la mano, y los personajes viejos con el tabaco en la boca. Son frecuentes las secuencias del humo ascendente para crear un clima de suspenso.
Para la percepción de los de la época era algo que aumentaba la felicidad de su consumidor, reforzaba la personalidad, elevaba la sensualidad. ¡Cuántas maravillas!
Se le achacaban innumerables beneficios. Muchos de los que vieron a Humphrey Bogart con el cigarrillo casi colgando de sus labios y la mirada fija en la actriz hasta que caía en sus brazos, no dudaban de que, con un humazo, no había jevita que se resistiera.
La artista española Sarita Montiel confesó en una de sus más famosas canciones (Fumando espero) que así esperaba al hombre que quería y que su vida consumía en la espera, mientras el humo la hacía adormecer. También los pobres del mundo consumían su vida esperando por el sistema salvador en un profundo adormecimiento totalitario.
Es raro que no se haya celebrado una Internacional del Tabaco de la que saliera hasta un himno.
También ser socialista en aquella época era algo chic. La propaganda bolchevique mantenía ocupadas las editoriales del mundo. Había casi tantas marcas de puros y cigarrillos como autores de obras sobre el socialismo científico.
Eran los tiempos en que el socialismo, al igual que el tabaco, dañaba la calidad de vida de todos los sometidos a ellos y mataba a millones de seres humanos sin que muchos tuvieran conciencia de ello.
Entrado el siglo XXI no hay quien dude de los daños del cigarro. No solo a sus consumidores activos, sino también a los pasivos. Solo los viciosos empedernidos persistimos. Solo los ciegos insisten en las ventajas del socialismo.
En las campañas políticas, los socialistas del siglo XXI debían ser obligados a aclarar en las boletas, como se hace en las cajetillas de cigarrillos.”Votar por mí daña su salud”. O: “Si votas por mí perjudicas tu salud y la de los demás”, para que después no haya reclamos de los votantes cuando el cáncer aparezca.
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