¡Peligro, derrumbe!
Leafar Pérez
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Quizás esta sea la advertencia más frecuente en cualquier ciudad del país. Y es que donde quiera que haya un balcón, portal o edificio apuntalado, se corre el riesgo de que nos caiga en la cabeza. Años atrás, cuando las personas caminaban por calles céntricas como Monte, Galiano y Reina, miraban sin temor las vidrieras de las tiendas, seguros de que nada les caería del cielo.
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Hoy, lo más común es que nuestros ojos miren hacia lo alto, y no para ver las nubes precisamente, sino para huirle a los trozos de mampostería que se pueden desprender de cualquier balcón o columna. En el caso de la capital, el Instituto Nacional de la Vivienda declara que más de un sesenta por ciento de las viviendas califican como regular, mal o deplorable estado constructivo. Y no son exageraciones de dicho organismo.
Desde hace unos días, a través de la televisión nacional se proyectan unos spots titulados ¡Cuba, qué linda es Cuba! En ellos las cámaras panean por algunas de las ciudades y pueblos de la isla. Lo que más llama la atención es que cada vez son más frecuentes los sitios apuntalados y las fachadas en ruinas.
Un amigo se quejaba de dolor de cuello. Al mirarlo supe que se trataba de una broma.
-Es que siempre camino mirando los techos –dijo.- La Habana Vieja de Eusebio Leal no es la misma que la mía. Yo prefiero tropezar con algo antes que me caiga una pared encima.
Los edificios públicos e históricos no escapan a esa situación. Tal es el caso del antiguo Ayuntamiento de Cárdenas, donde Narciso López izó la bandera cubana por primera vez. El museo de Diez de Octubre, las bibliotecas, los centros recreativos, las escuelas, las oficinas estatales, las fábricas y las cafeterías están en condiciones similares.
Pero es el sector de la vivienda el más golpeado. Los propietarios de casas y apartamentos tratan de repararos, pero las trabas son muchas. El Estado vende algunos materiales de construcción, pero otros no. Como por ejemplo, el cemento, pero no la arena, áridos, el recebo, bloques, tejas y acero para construir. Por otro lado, para obtener una licencia de construcción se necesitan varios años de paciencia y vencer decenas de trámites burocráticos. Mientras tanto, las construcciones se deterioran cada vez más y proliferan por doquier los avisos de: ¡Peligro, derrumbe!
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