El necio
Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - A diferencia de su apocalíptica canción, nadie va arrastrar a Silvio Rodríguez “cuando la revolución se venga abajo”. Ante todo, las revoluciones no se caen, se disuelven en el tiempo. Además, a los demócratas cubanos les interesa el perdón y la reconciliación. Rechazan la inútil venganza, dañina para el proyecto futuro de la nación.
El comentario viene a tono con las palabras del trovador desde París, donde no recibió la visa para su viaje a Nueva York. En sus declaraciones repetidas hasta el cansancio por los medios oficiales, Silvio acusa al Departamento de Estado de discriminarlo, para que no participara en un homenaje al folclorista norteamericano Peter Seeger, en el Madison Square Garden.
Si las cosas son como él dice, están muy bien dichas. Se deben abrir los puentes que sobre las turbulentas aguas del Estrecho de Florida se cerraron en cincuenta años. El intercambio entre intelectuales y artistas de las dos orillas puede ser una de esas plataformas abiertas.
Pero a Silvio, como le dice todo el mundo, le falto hablar de una discriminación, la que ejerce el gobierno cubano contra los artistas cubanos en el interior y el exterior. Celia Cruz y Willy Chririno pueden ser dos ejemplos emblemáticos de creadores a los cuales el gobierno militar discrimina. La Guarachera de Cuba no regresó a su patria, ni en cenizas. A Willy le impiden venir a la isla y su música está prohibida en los medios de comunicación masiva.
El creador de la Balada de Elpidio Valdés, también puede pedirle al gobierno cubano que no discrimine la televisión por satélite. El debe saber que por buscar información libre, cientos de personas están en la cárcel en los últimos años.
Para salvarse entre único e impares, puede pedirle por ejemplo a su amigo Raúl Castro, la salida de Yoani Sánchez a recoger su Premio Ortega y Gasset, o a las Damas de Blanco ir a Estrasburgo a buscar su premio de Derechos Humanos de la Unión Europea.
Silvio no deberá olvidar en sus pedidos al gobierno revolucionario, a la par de sus demandas al gobierno de Barak Obama, la libertad de los presos políticos cubanos. Los mismos que no pudieron salir al patio de las prisiones donde están encerrados, cuando él mismo organizó varios conciertos en las cárceles.
Silvio Rodríguez no es necio por su visión de la vida o por jugar más a la zurda que a la diestra. Es memo por apostar a lo perdido. Una monarquía geriátrica en época de modernización y democracia.
aleagapesant@yahoo.es
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http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/442269.html
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