La única respuesta posible para un acto injustificable 

Miguel Saludes 

MIAMI, Florida, marzo, (www.cubanet.org) -La venganza es uno de los peores sentimientos que el ser humano puede albergar. Cuando alguien aplica esa mala propiedad contra sus semejantes, se hace daño a sí mismo. Pero las consecuencias adquieren una dimensión terrible si la persona descarga su rencor desde una posición de poder, contaminando de encono a la sociedad que controla.

Los dictadores hacen gala de su carácter irascible dejando caer el peso de leyes y ordenanzas contra quienes osan desafiarles, sea por el disentimiento abierto o por cualquier irreverencia ante el poder que ejercen. Algunos llegan a extremos tales como el decreto de muerte dictado por la teocracia iraní contra el escritor Salman Rushdie. No todos apelan a tan drástica sanción, pero la metodología que aplican está cargada de crueldad. Reyes, caciques, capitanes generales, emperadores y gobernantes totalitarios han encontrado en el destierro un recurso ideal para castigar a sus detractores.  
   
En días recientes el ciudadano cubano Héctor Manuel Ramírez, quien residente en Chile desde el año 2005, fue impedido de ingresar a su país de origen. Ramírez es el autor de un libro titulado Cuba, un pueblo esclavizado. Según refiere el escritor, su obra constituye una fuerte denuncia contra los vejámenes a que ha sido sometido el pueblo cubano desde épocas de la colonia española, hasta los últimos cincuenta años de régimen castrista. No he leído la obra, por tanto no puedo juzgar acerca del contenido. Tampoco pretendo hacer un acercamiento crítico sobre la misma. Me limito al suceso ocurrido al margen de dicha publicación. 

Héctor Ramírez, quien afirma fue reprimido por la aparición de ese libro en España, salió hacia el exilio en Chile. El regreso temporal a la patria se producía ante una triste realidad. La madre, víctima de cáncer, esperaba ansiosa al hijo ausente para darle el último beso. Héctor hizo las gestiones pertinentes y recibió el visado (el gobierno cubano exige una visa a sus propios ciudadanos para entrar al país) que parecía garantizar el traspaso de la frontera cubana. Ya en ese punto al viajero recibió la notificación de que no podría entrar al país, siendo conminado a regresar a la capital chilena, sin siquiera poder ver a sus familiares que le esperaban en el aeropuerto. Un acto de ensañamiento refinado, teniendo en cuenta que la enferma estaba al tanto del anhelado arribo.

La cadena solidaria se estableció prontamente a favor de este caso. Uno más en la larga lista de dolorosas experiencias vividas por un pueblo sometido a los caprichos de una dictadura. El escarmiento lo han padecido figuras estelares como Celia Cruz, la voleibolista Tai Agüero o el más anónimo de los compatriotas alojados en tierra ajena. No hay límite generacional ni geográfico. Da lo mismo vivir en la polémica Miami o en cualquier ciudad de Canadá, España, Rusia o Argentina. Chile no es excepción.  

De poco sirvieron los mensajes que inundaron numerosas líneas de Internet. Mientras terminaba estas líneas un nuevo correo entró en mi cuenta. La madre de Héctor Ramírez partió del mundo sin tener la dicha de ver a su hijo antes del postrer momento. Es comprensible el dolor y la desesperación de los involucrados en este suceso. Se justifica cualquier desmesura contenida en sus palabras. Algo que se hace irrelevante cuando se compara con la desproporción que las motivó.  

Ramírez dirigió un llamado a la disidencia interna en la Isla para que acompañaran los restos mortales de su mamá durante las honras fúnebres en las que el no pudo estar y que alguno de ellos diera al ser querido el beso que él no pudo dar. La apelación, restringida a este círculo de la sociedad cubana, debió ser mucho más abarcadora. Sin consideraciones de carácter ideológico, incluso considerando a los que dentro del propio sistema conservan un rasgo de humanidad, existe el deber de patentizar el rechazo ante este tipo de decisiones retorcidas.  

Se hace necesario además el reclamo de otras voces. Son ellas las que desde instituciones religiosas, espacios intelectuales o agrupaciones humanitarias, defienden y promueven el respeto a los derechos humanos en cualquier rincón del planeta.  

La medida aplicada contra el ciudadano Héctor Ramírez tiene lugar en momentos en que el ambiente cubano comienza a despejarse. Apenas una semana antes del absurdo acto, eran levantadas las restricciones de viaje a residentes cubanos en la parte norteamericana. La incidencia de este hecho sólo contribuye al enrarecimiento del ambiente. Por otra parte fortalece el razonamiento de quienes afirman la inutilidad de promover cambios y gestos de buena voluntad hacia Cuba desde el exilio.