De cuando guerreábamos contra Chapitas

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Rafael Leónidas Trujillo fue uno de “los malos” de nuestra infancia  en  tiempo de revolución. Recuerdo que en el patio de la escuela los niños  cantaban: “¿Qué quiere Guevara? Llenarlo de balas ¿Qué quiere Menoyo? Meterlo en el hoyo”. Menoyo era el Comandante Eloy, que en un rocambolesco episodio de agentes dobles y triples, condujo a la captura, en Trinidad, de un avión cargado de armas enviado por el dictador dominicano para derrocar al régimen revolucionario. Al frente de la emboscada estuvo el Comandante en Jefe, que no perdía una oportunidad de ser el machazo de la película. 

Trujillo reunía todos los requisitos de un villano, no sólo por ser un tirano sanguinario, sino también por ridículo. Usaba tricornio emplumado, bigotico de mosca y los entorchados y medallas auto conferidas que le ganaron el mote de Chapitas. Dispuesto a complotarse con Batista, pese a una que otra desavenencia por la venta de las carabinas San Cristóbal, fue el primer enemigo externo que  enfrentó  la revolución cubana antes de chocar frontalmente contra el Tío Sam. No fue Somoza o Papa Doc Duvalier, que nos quedaba más cerca, a sólo 77 kilómetros. Tuvo que ser precisamente Chapitas.  

Fidel Castro se había quedado con las ganas de pelear contra él desde la fallida expedición de Cayo Confites, en 1947. Semanas antes del triunfo revolucionario, se comprometió con el dominicano Enrique Jiménez Moya, que llevó un cargamento de armas de Venezuela a la Sierra Maestra, a preparar militarmente en Cuba a los hombres que combatirían contra Chapitas.  

Ya en febrero de 1959, los antitrujillistas comenzaron a ser entrenados por oficiales cubanos en la Sierra de los Órganos, en Pinar del Río. Al frente del campamento Mil Cumbres estaba el comandante Roberto Fajardo. El comandante Delio Gómez Ochoa coordinaba la operación e informaba de su  progreso a Fidel Castro en las reuniones secretas que sostenían en las oficinas de los altos del Club 21, en El Vedado. 

Para la expedición se integró un contingente de 198 hombres. De ellos, 151 eran dominicanos y 27 de otras nacionalidades. Los 20 cubanos del Ejército Rebelde, a los que ordenaron pelarse y afeitarse, provenían de la columna del comandante Camilo Cienfuegos. 

Los expedicionarios viajarían a República Dominicana en tres grupos. Dos irían por mar y el otro en un avión C-46. 

Los dos grupos que debían desembarcar por Maimón y Estero Hondo partieron de Punta Arena, en la costa norte de Holguín, la tarde del 13 de junio de 1959. Iban custodiados por tres fragatas de la Marina de Guerra cubana. Camilo Cienfuegos, que acudió a despedirlos, ordenó que tiraran muchas fotos. No se sabe qué hicieron con ellas.

Hace varios días, con motivo del aniversario 50 de la expedición, apareció una foto en el periódico Granma. Los expedicionarios, con uniforme verde olivo, sonríen como si fueran de fiesta. Camilo, muy flaco, posa, las manos en la cintura, con gorra y sin camisa. Es el único que conserva la barba. No ríe. O no se nota su risa, la foto es de muy mala calidad.

El C-46 partió de Manzanillo, la tarde del 14 de junio. A bordo iban Jiménez Moya, jefe de la expedición, y el principal asesor cubano, el comandante Gómez Ochoa. El avión no pudo aterrizar en San Juan de la Maguana, como estaba previsto, sino en Constanza. Allí el ejército dominicano inició la persecución.  

Los yates llegaron a las costas dominicanas casi una semana después. Los desembarcos por Maimón y Estero Hondo fueron desastrosos. La mayoría de los expedicionarios murieron. El ejército y la aviación de Trujillo los esperaban. Días antes habían capturado los documentos y mapas del desembarco. Los sobrevivientes fueron cazados en un terreno montañoso que desconocían. Los prisioneros, frente los torturadores de la 40, envidiaron la suerte de los muertos. 

De los 20 cubanos, sólo dos sobrevivieron: Gómez Ochoa y Pablo Mirabal, amnistiados y devueltos a Cuba dos años después.   

A Trujillo lo acribillaron a balazos en 1961 (dicen que la CIA tuvo que ver). Eloy Gutiérrez, aquel Menoyo que cantaban los niños en sus rondas en 1959, combatió con las armas al régimen de Fidel Castro, cumplió más de veinte años en la cárcel, marchó al exilio, volvió a La Habana y hoy es un disidente moderado. El Comandante en Jefe, luego de gobernar muchos años más que Trujillo, ahora es el Compañero Fidel y escribe reflexiones “a título personal”, pero sigue como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista. Los cubanos, luego de 50 años y varias guerras internacionalistas, seguimos sin conocer bien el cuento. Justo como cuando guerreábamos contra Chapitas.