Árbol y raíces

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En el verano de 1969, un grupo de sagaces y aventajados cubanos asentados en los Estados Unidos, inspirados por las ideas más avanzadas de aquel entonces, decidieron fundar el Instituto de Estudios Cubanos (IEC). Decisión más que justificada dado que el talento y la creación intelectual en Cuba en aquellos momentos, como hoy, estaban apresados por la ideología excluyente, atea y dictatorial del régimen comunista. 

Resulta sumamente difícil hacer una breve síntesis de la labor desplegada por esta emblemática institución propagadora del pensamiento cubano, que desde su fundación hasta el presente no ha dejado de elaborar una enjundiosa producción teórica como resultado del desempeño encomiable de sus académicos e investigadores.

En sus 40 años de vida, el Instituto ha presentado una larga lista de recomendaciones de cómo solucionar los infinitos problemas que ha creado  el gobierno que en cinco décadas ha sumido al pueblo cubano en la más terrible crisis desde que surgiera la República en 1902.

Estas cuatros décadas del IEC sirven a todos, el exilio y los grupos prodemocráticos de la Isla, para hacer un alto en el camino, y  meditar sobre lo que se ha hecho y lo que nos falta por hacer.

Hay más de dos millones de cubanos radicados fuera de Cuba y ellos, como nosotros, asumimos que hallar la solución para poner fin al sufrimiento que padece  el pueblo cubano es responsabilidad tanto de los de allá como los de aquí, dado que la nación cubana fue, es y será una.

Los últimos acontecimientos en que ha estado involucrado el gobierno del General Raúl Castro, para la oposición, la disidencia interna y los diversos segmentos de la sociedad civil, han dejado ya de ser un jeroglífico indescifrable. Los grupos prodemocráticos en Cuba conocen las causas de los actos  irresponsables del régimen, se sabe hacia dónde va y porque se niega a admitir los  graves problemas que hace dos años se comprometió solucionar. Inexplicablemente, el gobierno ha asumido una postura de total mutismo, mientras la nación se hunde en la peor crisis de su historia.

Los diversos grupos opositores  están en un lento pero responsable proceso de recomposición, en búsqueda de un discurso más pragmático y menos ideológico que posibilite hacer propuestas para solucionar los actuales problema que aquejan a la nación. Todo esto ha sido posible por un resurgimiento de nuevas energías creativas dirigidas en todas las direcciones.

La oposición y la disidencia en Cuba  tendrán que mantener vínculos más estrechos con el Instituto de Estudios Cubano (IEC), como las raíces de un árbol con la tierra. Hoy, lamentablemente, por diferentes causas, es débil ese vínculo. 

Por eso, esta prestigiosa institución académica deberá dar un golpe de timón y poner proa hacia Cuba, con el propósito de proporcionarle los elementos teóricos y metodológicos necesarios a los líderes opositores, que tendrán la misión de asumir el futuro gobierno de una Cuba.

Sería provechoso que a la hora de realizar eventos académicos en que se aborden los temas cubanos, se piense que acá en la isla hay personas talentosas, que a pesar de las prohibiciones y carencias, han realizado encomiables trabajos investigativos en el escenario tenebroso de una Cuba sumida en el más terrible estancamiento. Seguramente servirán como elemento de verificación y de contraste de los trabajos que los prestigiosos investigadores del IEC realizan.

A los grupos prodemocráticos en Cuba les ha llamado la atención que las actividades previstas por la institución para el próximo 27 de junio, dentro del marco de las celebración de los 40 años de fundada, que comprenderán paneles y una mesa redonda donde disertaran acreditados intelectuales, no se incluyó a ninguno de Cuba. Sería positivo que en el fututo esta falta se rectifique, porque sólo así alcanzará su total dimensión una institución dedicada a estudiar los asuntos de Cuba.

Los diversos  grupos políticos que luchan por la democratización de Cuba, al igual que el IEC, han asumido que el principal método para confrontar al régimen es el empleo del diálogo como estrategia para hallar una solución concertada y pacífica de los diferendos, propiciando espacios de reconciliación nacional y, por sobre todas las cosas, la búsqueda de la verdad, ausente de Cuba.