Los consejos de Villalobos

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - “El socialismo cubano está totalmente agotado, el cambio es inevitable”. No es noticia nueva, es como descubrir el Mediterráneo, pero diciéndolo quien lo dice, nada menos que el ex-comandante guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, es para tomarlo en serio. Lo escribió en un interesante artículo titulado “Cuba, la transición humana”. 

El comandante que ayer escupía fuego y metralla ahora viste de demócrata. Se enorgullece de no haber sido de los favoritos de Fidel y Barbarroja, y de que la guerrilla que dirigía, el Ejército Revolucionario del Pueblo, era “la más liberal y menos ortodoxa” de las cinco que integraban el Frente Farabundo Martí. Lo cual, honestamente, no significaba mucho. El caso es que Villalobos y sus camaradas conquistaron por carambola y porque no quedó otro remedio que negociar la paz, una sociedad en democracia, libre mercado y pandilleros de las maras.  

Villalobos, luego de su conversión, de marxista con RPG de Chalatenango en académico y consultor internacional radicado en las Islas Británicas, se supone que lo sepa todo, de la A a la Z, acerca de metamorfosis revolucionarias. Incluso de “transiciones humanas”, algo que tiene mucho que ver con el momento definitivo y definitorio en que un dirigente revolucionario (sólo él) comprende, sin mayores problemas de conciencia, la necesidad de tomar los fondos destinados a la guerrilla para comprar camisas de marca para transitar por la revolución administrativa. Daniel Ortega y otros sinvergüenzas de la piñata sandinista saben bastante de eso. ¡Qué pena los millares de latinoamericanos que querían cambiar el mundo y murieron por seguir las prédicas de estos tipos!   
    
No obstante, el artículo del Comandante Villalobos, ante la obcecación casi suicida de los jefes de La Habana y tanta ceguera y tontería mundial a izquierda y derecha, es de agradecer. Aunque Obama, advertido que muy poco o nada conseguirá, no vaya a seguir el consejo de  ponerse en los zapatos de Raúl Castro. Tampoco los jefes verde olivo van a seguir las recetas de Villalobos para no hacer asquitos al mercado y permitir que acumulen capital “los demás”. Pero dicen que es de sabios escuchar consejos y agradecerlos. 

Al leer el artículo de Joaquín Villalobos, recordaba un viejo chiste, aquel del pajarito que el león bañó antes de comérselo y su ambigua  moraleja: “No siempre el que te limpia lo hace por tu bien”. Subjetivo y aguafiestas que soy, me niego a agradecer los más que oportunos, oportunistas consejos de Villalobos a los que pudieran (si quisieran), con sólo un poco de sentido común, mejorar algo el destino de Cuba. Por mucha sensatez que Villalobos muestre en sus artículos y mucho que sepa de travestismo revolucionario, me niego a contraer deudas de gratitud con asesinos. Especialmente con asesinos de poetas. 

Mientras leía el artículo, no pude evitar recordar que el  Comandante Joaquín Villalobos ejecutó personalmente al poeta Roque Dalton. Ocurrió el 10 de mayo de 1975.  Lo habían encerrado en una “cárcel del pueblo” y condenado a muerte por “traición a la causa”.
Dicha traición consistió en criticar las tendencias estalinistas que se imponían en la dirigencia guerrillera. Su cadáver lo desaparecieron para simular otro asesinato de los escuadrones de la muerte. Su familia nunca pudo hallar sus restos. 

Villalobos también está acusado de implicación en el asesinato de la Comandante Ana María. La acribillaron a punzonazos en Managua mientras dormía en una hamaca. ¡Y todavía hay trasnochados que especulan sobre la supuesta alternativa positiva al modelo cubano de haber triunfado en El Salvador las tesis del Comandante Villalobos y su pandilla de matarifes! 

Ahora que los desagravios parecen estar de moda en el continente, sería más útil que Villalobos, en vez de perder el tiempo en aconsejar en vano a los testarudos compañeros de La Habana (a los que nunca cayó demasiado simpático), pidiera perdón a los familiares de sus víctimas. En vez de opinar lo que no le preguntaron sobre el socialismo de mercado y siempre sin democracia, sería más útil que se animara a revelar en qué rincón de los arrecifes de El Playón ocultó los restos del poeta Roque Dalton.

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