¿OEA sin democracia?   

Miguel Saludes 

MIAMI, Florida, junio, (www.cubanet.org) -Esa canción era pasada por la radio y la televisión cubanas en los años setenta. Guardo en la memoria el gesto de uno de los integrantes del trío que la cantaba que hacía una mueca forzada, simulando una carcajada, mientras interpretaba la pieza. Al paso del tiempo dejó de ponerse. Muchas cosas cambiaron desde entonces. ¿Hubiera reído de la misma forma el compositor Carlos Puebla si le hubiera tocado vivir la posible reinserción de Cuba en el organismo regional, aún bajo el mismo gobierno excluido en 1962?  

El contexto en que se promovió aquella decisión no es le mismo desde hace varias décadas. El Imperio del Mal desapareció de la escena y China pasó a ser uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos. El comunismo, tal como lo conocimos en la época anterior a 1989, dejó de existir. En Rusia, donde el autoritarismo se revistió de democracia, el viejo partido leninista tomó los caminos de la oposición.

Antes de la última asamblea de la OEA, celebrada en San Pedro Sula, se hacían conjeturas sobre la reacción del gobierno cubano en caso de lograrse un consenso sobre su retorno al seno de la organización.  Sin embargo la casi completa unanimidad con que fue votada la resolución que dejó sin efecto la medida sancionadora, recibió apenas un no muy cálido reconocimiento por la parte cubana. En la Isla no se enfatizó demasiado sobre lo que pudo haber sido festejado como una gran victoria del gobierno castrista. Simples congratulaciones a los gobiernos de América, a los que se les reconoce más “independientes” del control norteamericano. La respuesta vino fría como hielo. Cuba no regresará a la OEA.  

Una vez más el gobierno presidido por el novato Obama dio señales de gran juicio al no presentar una fuerte oposición a la voluntad manifestada por los otros países del área.
Según fuentes dignas de crédito, el mandatario estadounidense contó con los buenos oficios del presidente brasileño para que el asunto fuera encaminado por el cauce más favorable a una solución dialogada, resaltando así la confianza depositada por el Norte en gigante del Sur. Las bravatas separatistas de Chávez y sus amigos, quedaron fuera de lugar. Al presidente venezolano no le quedó otra alternativa que saludar la decisión de sus colegas, recordando siempre que de no haber sido así su gobierno se hubiera marchado inexorablemente. No quedó en claro si de la reunión o de la OEA. Pero ni aún así la parte cubana correspondió al gesto de los vecinos.    

La razón de la negativa es evidente. A pesar de que la decisión no lleva implícita ninguna condición para el regreso, es lógico pensar que una vez dentro, los reinsertados deberán acatar las reglas que rigen al organismo. La democracia es uno de los principios básicos a seguir. Y ese precisamente es el compromiso que no quiere asumir el régimen totalitario, que lo menos que desea es aceptar el camino democrático.

Estados Unidos dejó de ser el problema fundamental. México y Canadá recibieron críticas por parte del gobierno cubano. Fueron esos dos únicos países los que en 1962 no se sometieron a la medida contra Cuba y mantuvieron relaciones a todos los niveles con la Isla. Ahora, según la definición de Castro, ellos responden a la metrópoli norteamericana. Y esto por apoyar el giro democrático en la nación cubana.  

Hay que señalar que la mayoría de los gobiernos que alentaron la derogación del estatus sobre Cuba, lo hicieron no por solidaridad con el pueblo cubano, sino por afinidad con su gobernante. A este le admiran por haber permanecido medio siglo en el poder, algo que convierte al Comandante en el paradigma que algunos quisieran imitar en el continente. Luego queda ese vicio anti norteamericano que sigue lastrando la mentalidad latinoamericana y que impide una integración continental desprejuiciada.   

Errores han existido en la OEA. Sancionar a Cuba y dejar en sus puestos a otras dictaduras, por el simple hecho de que estas eran anti comunistas, ha sido uno de los peores. Batista, Somoza, Duvalier o Pinochet y la junta militar de Argentina, debieron recibir el rigor del organismo por su proceder anti democrático. Los capítulos que encierra la extensa carta de la OEA referentes a aspectos socio-culturales, deben ser priorizados. Aunque Latinoamérica avanzó en estos años, quedan muchas lagunas por sanear. Haití es una de ellas. La pobreza, la corrupción y otras cuestiones que afectan a una parte considerable de los integrantes de la OEA constituyen otros problemas a superar.    

La readmisión de Cuba al seno de la organización americana, sin condiciones previas, ni siquiera su apego a lo que está escrito en la carta, pudiera ser un paso en falso. Por ello algunos piden sancionar a la organización americana con la limitación de fondos, una especie de bloqueo que no se aviene con los postulados de la Carta de la OEA y menos aún con los principios de libertad proclamados por Estados Unidos. Ese tipo de acción sería un tropezón imperdonable, pues contribuiría a fortalecer, más que debilitar, a la dictadura cubana.