Cuba y realidad

Lázaro Rosa

ALBERTA, Canadá, junio, www.cubanet.org -El que sigue gobernando en La Habana es Fidel Castro. Hay que partir de la tesis de que el Partido Comunista es la fuerza dirigente superior del régimen, y por tanto, de la sociedad cubana actual. Por ello el dictador continúa siendo el primer secretario del PCC y manipula a su antojo al improvisado general, su hermano menor, que en estos momentos hace de presidente designado en la isla.

El socialismo real es una propuesta tan utópica y grosera que no pertenece a este mundo, y mucho menos, a nuestro siglo. Quizás funcione en Marte, en Júpiter, en Saturno o en cualquiera de esas estrellas gigantes que destellan a varios años luz de distancia desde nuestro sitio, pero no es así en este planeta al que hemos bautizado con el nombre de Tierra.

Que yo sepa, hasta ahora, a ningún individuo le gusta trabajar como si estuviese arraigado al esclavismo para luego ver que el vago que vive a la par de su casa tiene más comodidades y ventajas económicas que él. Esto es una paradoja que, sin mucho esfuerzo, se mira a diario dentro de las fronteras del socialismo.

La verdadera justicia en una sociedad correcta y razonable debía expresarse dándole a cada cual en dependencia con sus esfuerzos y con lo que sea capaz de realizar y crear. Si los vagos no quieren trabajar, pues que asuman sus necesidades junto a sus problemas de sobrevivencia, pero es anormal medir con esta misma vara a las personas honestas y sacrificadas.

La propuesta del comunismo es, precisamente, la de la igualdad social, sin embargo nada se halla más alejado de la verdad que lo que sucede en realidad bajo este mito estereotipado.

Aquí se invierten todas las cosas, de manera que los holgazanes y pícaros viven a costa de los esfuerzos ajenos para horror de los que aún guardan, y conservan, su decencia.

Voy a tocar en este artículo varios temas que son, a mi entender, de vital importancia para comprender mejor lo que sucede con el Castrismo.

Comenzaré por el adoctrinamiento y la “moral” comunistas:

En este “rígido” sistema el sagrado concepto de la ética fallece para dar pie a la amoralidad, no por gusto en Cuba hay un viejo refrán que dice que Raúl y Fidel Castro son tan desvergonzados que ambos usan la cara para sentarse y no el trasero..

Dentro de este engorroso contexto el populismo llega a convertirse en una burda chabacanería imponiéndose junto a la vulgaridad, la indisciplina social, la desfachatez y el irrespeto de muchos  individuos hacia sus semejantes. Bajo este asfixiante manto de chismes y deshonor la mentira se crece como una especie de identidad adulterada.

La sociedad cubana no es educada como aún creen algunos tontos de esa rancia izquierda latinoamericana y mundial. El término educación, en su concepto más extenso, incluye los sanos valores y el respeto como praxis de la conducta ciudadana. No tiene nada que ver con esas hordas humanas que son forzadas a gritar consignas y a simular su apoyo a un régimen autocrático, pareciendo más bien un rebaño de sumisos que marcha por su redil ante el temor de sus miembros de ser castigados o golpeados.

No puede ser educada una sociedad que se apegue al terreno de lo vulgar en su arista más oscura y deplorable. Es por esta razón que muchas veces en La Habana, cuando se escucha hablar a algunos de esos profesionales mal formados por el Castrismo, uno puede llegar a pensar que se encuentra frente a una turba de chulos o criminales que deambulan por algunas de las calles del país más  violento del Tercer Mundo.

Las palabras asere, jama (comida) y ¿qué bolá?, han surgido en los jóvenes cubanos por las deformaciones inherentes al régimen Castrista.. Es un hecho palpable, generalizado, que en la Cuba de hoy no se distinguen, al dialogar, las diferencias existentes entre un joven ingeniero agrónomo o alguien que no haya llegado, ni tan siquiera, a un noveno grado.

Para ser sincero, en este aspecto, la dictadura comunista de la isla si ha logrado igualar a la mayoría de las nuevas generaciones de mis conciudadanos que nacieron a partir de 1959. Nunca antes en la historia del país se habían conocido personajes tan soeces como esos que han sido apabullados y engendrados por el adoctrinamiento y los lemas populistas del marxismo.

Otro tema a destacar bajo el régimen es la apatía y la falta de seriedad, generalizada, que afecta a la población:

A mis compatriotas les han hecho creer que la política es un área exclusiva, privilegiada, para  esa estrecha élite de ancianos caprichosos y feroces que vegetan, y detentan, el poder en la nación.

Supuestamente en Cuba el que más sabe de todo, el único que puede expresar sus criterios reflexivos sobre la difícil y compleja realidad de la sociedad actual, es Fidel..

En La Habana nadie más puede ejercer su derecho a pensar por cuenta propia porque de hacerlo, de contradecir al moribundo dictador, eso sería un pecado abominable, imperdonable, de acuerdo a la doctrina que predica el propio sistema.

De una parte la dictadura se vanagloria por sus supuestos logros educacionales pero de otra, parece ser, que bajo el comunismo el cubano ha perdido su cerebro puesto que no lo dejan opinar, ni debatir, sobre ninguna de las insultantes decisiones que adopta la autocracia.

Generalmente los cubanos expresan que no les gusta la política porque ésta es pura perorata, quizás sea ella la causa, digo yo, por la que nunca les importe inmiscuirse en este ámbito.

Para entender el por qué de estas reacciones, en primer lugar debemos citar que la fanfarronería del comandante, cuando daba sus extensos y abusivos discursos de cuatro a cinco horas, les hizo siempre pensar al pueblo que la estupidez, y los temas políticos, eran sinónimos gemelos y por tanto inseparables.

Con toda intención en el comunismo se desvirtúa este terreno. Se agrava con las promesas que nunca cumplen sus regímenes y con el absurdo diario de vociferar lo que jamás son capaces de producir y, mucho menos, de entregar. Hay que tener presente, además, que Fidel Castro es un maligno, de ahí que todo tópico que este caníbal haya abordado, o invadido, se deshiciera en suciedad y por consiguiente en una amplia decepción.

Los jóvenes cubanos no pueden imaginar que con sus propios rechazos hacia los temas políticos no hacen más que excluirse socialmente y con ello enajenarse.

Por esta misma razón se mantienen marginados, ignorantes, de esos mismos derechos que el Castrismo les viola diariamente, sin mostrar el menor de los escrúpulos, dada su innata naturaleza totalitaria.