De la revista Temas y otros temas

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Dijo recientemente el ensayista Rafael Hernández, director de la revista Temas, que “la revolución abarca a todos los cubanos”. Para Hernández, “el consenso requiere de todos, incluso a aquellos que no se auto perciben como socialistas, aunque de cierta manera lo sean sin saberlo”. 

Luego de 50 años de exclusiones, indudablemente son palabras alentadoras, aunque sólo aporten el breve aire de un estornudo en un horno crematorio. Casi me emocionan y me hacen dudar si no seré socialista sin saberlo (como mismo mi novia de sexto grado no sabía que era mi novia). Con tanta confusión que hay en estos tiempos, ya uno ni sabe qué rayos es. Lo que sé de seguro es que definitivamente no pueden contar conmigo para poner parches y curitas de mercurocromo a un consenso de cartón tabla con comején para volver a aplazar, a mano levantada, por unanimidad, los sueños y la vida. 

Confieso que entre tanta inmovilidad y olor a catacumba (y a catafalco), me place, ya sea en Temas o en kaosenlared, si alguien habla de lograr un socialismo democrático y participativo. Aunque no me hago demasiadas ilusiones, no tengo nada contra la socialización, la autogestión y los consejos obreros. Aunque sea como primer paso para salir del bache, no estaría mal ese tipo de socialismo. Pero en su lugar, tropiezo a diario con un socialismo súper centralizado, postrado, sin libertades, posesivo, ruin, que estafa a los asalariados y decreta la guerra contra todo el pueblo. 

Por eso no soy socialista, o al menos, no exactamente en el sentido que se entiende allá por el Politburó. En realidad, de ese tipo de socialistas quedan muy pocos en Cuba y están en extinción. La mayoría de los cubanos, más a la izquierda o más a la derecha, exige cambios. Lo cual no parece ser muy grave para el director de la revista Temas, que se enorgullece, con todos sus defectos, de “esa mayoría ciudadana integradora de todas las minorías posibles” que según él, es “el producto más valioso de esta revolución”. 
Rafael Hernández describe así a esa ciudadanía que ya no es tan silenciosa: “No le basta con acceder a la educación, la salud, la seguridad social, el trabajo. Es discutidora, discrepante, se queja de todo, critica sus instituciones, reclama sus derechos. No está dispuesta a conformarse con algo menos que la justicia social, la independencia nacional, la democracia popular, el desarrollo social; a recibir según su trabajo, ni más ni menos”. 

 Conozco muchas personas con esas mismas características que están en el exilio, otras que viven condenadas al ostracismo, perpetuamente vigiladas y hostigadas por la policía política. Lo que es peor: muchas decenas están encerrados en las cárceles. Entre ellos, 22  periodistas independientes cuyo delito fue precisamente discrepar, quejarse, criticar las instituciones, exigir sus derechos. Supongo que el consenso, si es verdadero, abarque a todos los cubanos sin excepción.   

De cualquier modo y para que no digan, con tales palabras de su director, me siento desde ya invitado al último jueves de la revista Temas. Por algo dicen que es un espacio de debate (aunque todos estemos convencidos que no lo es de verdad, o en el mejor de los casos, se debata sólo dentro de ciertos límites establecidos ya sabemos por quienes). Acudiré y si me dejan entrar, anotaré mi nombre y apellido en un pedazo de papel como se solicita que hagan los que piden la palabra. Si segurosos (policías políticos) y comisarios no tienen objeciones, espero se me conceda.

luicino2004@yahoo.com