I ESPAÑOL I ENGLISH I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
 
 
__________________________________________________

Andar por los recuerdos

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Mi vecina Laura no conoció el capitalismo en Cuba. Nació en 1969, diez años después que el régimen castrista alcanzara el poder. Le aclaro, por si las dudas, que sería incapaz de defender una dictadura como la de Fulgencio Batista, pero que no puedo dejar de reconocer que a pesar de todo, durante sus casi siete años de gobierno, existía una sociedad democrática.

Curiosa, me pregunta si es verdad que los cubanos podían tener sus propios negocios sin necesidad de esconderse, si existía la bolsa negra, el jefe de sector de la policía vigilando a todos en el barrio; en fin, cómo era la vida.

Fue fácil recordar aquel pasado y contárselo en breves palabras. Tenía 19 años cuando Fidel Castro entró victorioso en La Habana, con sus collares religiosos y jurando por todos los santos que no era comunista. Además, había estudiado en una escuela de monjas mexicanas, expulsadas de Cuba cuando el gobierno se apropió de todos los centros educacionales, religiosos y laicos, con el fin de educar a los niños bajo los parámetros políticos del régimen.

Cuando le cuento a mi vecina que hasta los timbiriches agrícolas eran particulares, y que donde quiera se podía comprar frutas, vegetales, viandas y cualquier alimento bien elaborado, se queda con la vista fija en el piso, como imaginando la Cuba de ayer.
Había, por supuesto, un Estado que reconocía los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Eso sí, la libertad de expresión que proclamaba aquel Estado no permitía a los estudiantes universitarios -los primeros en rebelarse contra Batista- atentar contra la policía. El propio Fidel Castro expresó en 1995 que el ambiente de la universidad habanera era mafioso, de fuerza, miedo y armas.

Entonces a Batista, que se sentía fuerte y seguro, se le fue la mano a la hora de reprimir a aquellos que protestaban públicamente y luchaban contra la policía, permitiendo que se torturara y se asesinara.

Sin embargo, había plena libertad, religiosa y educacional. Los padres matriculaban a sus hijos en la escuela que quisieran. Las había católicas y de de otras religiones.

La población participaba de la economía. Cuando le digo que todo aquel que tuviera los medios económicos podía viajar fuera de Cuba sin necesidad de ningún permiso del gobierno, me mira a los ojos.

Hoy, si viviéramos en libertad, las antenas parabólicas no estarían prohibidas, mucho menos Internet, ni tú tendrías -le digo- que vender tus tamales con miedo a que te pongan una multa, ni tu marido tendría que vender lo que pesca en la madrugada, a espaldas del jefe de sector, ni a tu tío le hubieran dado la orden de demoler su timbiriche, donde comprábamos los vecinos del El Roble chirimoyas, mameyes y naranjas, sin hacer cola.
Mi vecina Laura, que permanecía en silencio escuchándome, exclamó:

-Todo me lo imagino. De verdad que los cubanos estamos fatales Primero sufrimos los vientos de Paloma, que acabaron con la agricultura, y luego el otro.
-¿Cuál otro?, preguntó.

-El peor de todos: Raúl.  

 

 
Escriba una palabra clave o el tema
que desee buscar en las noticias o artículos publicados en Cubanet en español, inglés o francés
desde 1994 hasta 2009
 

___
 
___
 
___
 
___

 
http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html ___

 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.