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Historia de un bocadito indigesto

Miguel Saludes

La ingesta causada por un bocadito puede tener diferentes reacciones dependiendo de algunos factores y el lugar donde se produzca el empacho.  Tyler MacNiven, norteamericano de California, recuerda con nostalgia una experiencia de esa naturaleza, vivida durante su estancia en Cuba hace algunos años.

La anécdota del bocadito se inició en un agasajo ofrecido por la Universidad de La Habana a los viajeros del Proyecto Semestre en el Mar. MacNiven atribuye lo ocurrido a unos apetitosos sándwiches cubanos que les brindaron en el alto centro de estudios. Los aperitivos cayeron como una bomba en los estómagos norteamericanos, que a diferencia de los cubanos están poco acostumbrados a digerir cualquier cosa. Basta con citar como ejemplo la amplia gama de alimentos procesados con soya, que han puesto a prueba el sistema digestivo de los isleños.

El estudiante foráneo fue trasladado hacia un hospital habanero donde recibió atención médica gratuita. La incidencia de aquella merienda indigesta, lejos de resultar molesta, fue ocasión para convertir al afectado en un ferviente admirador del sistema cubano. Lo que en Estados Unidos hubiera sido razón para establecer una demanda millonaria contra los procesadores del funesto refrigerio y hasta contra los anfitriones que brindaron el ágape, en La Habana se percibe como un agradable hecho digno de ser recordado. Todo por las implicaciones de matiz político que rodean el hecho.   
 
De regreso en la capital cubana el joven californiano rememora aquella visita realizada en el 2002, donde además del aprieto digestivo, perdió la oportunidad de recibir un abrazo del gobernante Fidel Castro. En esa ocasión la timidez le jugó una mala partida a Tyler cuando el célebre personaje preguntó a los visitantes congregados en el Palacio de las Convenciones si alguno tenía algo especial que pedir. El estudiante Dominic, más avispado que sus colegas, se adelantó para llevarse el saludo ofrecido por Castro, que a manera de broma dijo lo hacía sin cobrar un centavo.

Es lógico que el desprendimiento de tan alta personalidad haya impactado a MacNiven y al resto de sus compatriotas, poco habituados a ver tales desprendimientos de cordialidad en celebridades de esa magnitud. Pero en Cuba las gratuidades de este tipo abundan, sobre todo para los que vienen de afuera y más sin son del Norte. El actor principal del drama cubano era experto en dar gestos similares sin necesidad de pedir compensación por ello. La misma venía por añadidura en la reciprocidad del testimonio que daría el receptor del saludo, la charla improvisada o la simple presencia del gobernante cubano.

Tyler MacNiven regresó a Cuba el pasado 7 de julio, esta vez vía Bahamas. Así pudo sortear la absurda medida que impide a los norteños volar a Cuba en directo. Aunque la disposición implica el tránsito por terceros países, no es un impedimento suficiente cuando existe la voluntad de ejercer la condición de ciudadanos libres que gozan los del país norteño. No importa sin han de pagar por la desobediencia. Los reporteros de Juventud Rebelde que entrevistaron al californiano, refirieron en su crónica que el viajero se expone a una sanción, según las leyes estadounidenses, por transgredir la prohibición.

De ser así Tyler tendrá ocasión para enfrentar un nuevo problema, causado esta vez por los periodistas que publicaron su trabajo sin calcular que dejaban al descubierto el acto violatorio cometido por el estadounidense rebelde. ¿O es que tuvieron en cuenta el detalle? Si en definitiva se genera algún aquelarre legal en la otra orilla, será buena ocasión para que la propaganda castrista saque beneficios de este. Por su parte MacNiven tendrá una nueva anécdota para archivar orgullosamente en sus recuerdos. No importa si por ella termine desembolsando una buena suma en multas.

La llegada de Tyler MacNiven se produce siete años después de su primera visita, casualmente un día después que Castro publicara una reflexión acerca de la detención de un matrimonio norteamericano, acusado de espiar a favor del gobierno cubano.  El artículo fue publicado en la prensa cubana el 7 de junio. Tyler regresaba con la esperanza de que por fin lograría materializar el abrazo de Castro. Parece que su narración a los periodistas de Juventud Rebelde buscaba ese objetivo. Se tuvo que contentar con la promesa de que su historia sería leída por los cubanos. También fue obsequiado con las 236 reflexiones escritas hasta el momento por el Comandante.  Un trofeo que no requería la empresa de un viaje con riesgos de penalidades y malas digestiones. Yo las tengo todas y solo me basta ir a las páginas de Internet. Sin que me cueste un centavo.

 

 

 
 
 
 
 
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