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3 de febrero de 2009

 

OPINIÓN DE LOS LECTORES
 

Atacar a Obama para que las cosas no cambien 

Miguel Saludes 

MIAMI, Florida, febrero, (www.cubanet.org) -Primero fue Ayman al Zawahari. El segundo de Al Qaeda inauguró los ataques verbales contra al entonces candidato presidencial Barack Obama, llamándole “negro domestico” y “mandadero de los blancos.” La ofensa tenía un objetivo mayor que herir la dignidad del político, buscaba hacer mella en la mente de los ciudadanos de raza negra musulmanes, para socavar el apoyo que Obama pudiera tener entre estos. "América ha puesto un nuevo rostro pero su corazón está lleno de odio, con su mente embebida en la ambición, con un espíritu que esparce la maldad, el crimen, la represión y el despotismo siguen siendo los mismos".


Esta fue la respuesta a las promesas de un cambio por parte del aspirante a la presidencia norteamericana.  

La segunda andanada vino desde Venezuela en la voz de Hugo Chávez. Con lenguaje menos agresivo y más adecuado a su personalidad, el presidente bolivariano se refirió sarcásticamente a Obama. Aprovechando uno de sus discursos en la campaña por la re elección indefinida, Chávez dijo que la nueva administración parecía ser la misma “miasma” que la predecesora republicana. En una de sus intervenciones después del 20 de enero, Obama criticó al gobierno chavista, diciendo que constituía un obstáculo para el desarrollo de América.  

Recientemente el líder de la organización Hamas se mostró decepcionado con Barack Obama. La reacción de Osama Hamdan se producía tras la declaración del presidente norteamericano pidiendo el cese de los ataques sistemáticos de Hamas contra Israel. El jefe palestino pasó por alto las palabras en las que Obama también pedía la retirada de las tropas israelíes de la franja de Gaza.

Al trío de disconformes se acaba de unir la voz de Fidel Castro transcrita en una de sus reflexiones. Desde hace varias semanas el Comandante dosifica sus escritos al máximo. Ni siquiera el 50 aniversario de la Revolución mereció el esfuerzo. Ahora el convaleciente ex gobernante retoma el teclado, o el dictado, para tratar de descifrar el pensamiento del nuevo presidente de Estados Unidos. El supuesto análisis interpretativo acerca de la ideología del mandatario norteamericano, es el preámbulo del diseño confrontativo con que La Habana espera sortear los retos planteados por el nuevo inquilino en la Casa Blanca. Exigir la devolución de la Base Naval de Guantánamo y usar un lenguaje agresivo, no al punto de sus correligionarios integristas y bolivarianos, pero con el suficiente grado de acidez como para marcar distancia, pudiera funcionar como sortilegio que aleje cualquier tentativa de acercamiento o distensión con el eterno e imprescindible enemigo.

En el caso cubano no existe un motivo que justifique la diatriba de Fidel. Al menos los otros casos respondieron de alguna manera a planteamientos del gobernante norteamericano, que les tocaba directamente. La lucha contra el terrorismo, el apoyo al estado israelí y los peligros del autoritarismo solapado tras una democracia.

No es improbable que en una situación normal Obama pudiera poner punto final a la problemática de un pedazo de territorio cubano que se ha vuelto cada vez menos útil, tácticamente hablando. Pero el asunto cobra nueva importancia ante el acercamiento acelerado del gobierno presidido por Raúl hacia Rusia. La firma de un memorando de colaboración estratégica durante su visita a Moscú, supone una nueva brecha entre las ya desechas relaciones políticas de la isla con el vecino del Norte.

Días antes el General Raúl Castro, contestando a una pregunta de la prensa sobre la posibilidad de un encuentro con Obama, había dicho que este pudiera tener como escenario la misma Base. Y tal vez al término de la reunión, su contraparte se llevaría como obsequio la bandera que actualmente ondea en la instalación norteamericana. Una imagen que en nada facilita el desenlace del problema.  Más bien ayuda a su permanencia.
   
No hacer las cosas al estilo y según lo esperado por la nomenclatura cubana, sería un acto de soberbia y abuso de poder contra el pequeño país. Esperar la humillación de Estados Unidos de esa manera es impensable. Por ello el Comandante adelanta que el carácter abusivo de la potencia imperialista sigue presente en Obama. Para demostrarlo acude a las palabras del mandatario un día después de su juramentación, cuando manifestó que la seguridad de Israel era un compromiso incontrovertible para Estados Unidos, en su condición de aliados y ante la amenaza constante de enemigos comunes. Introduce de paso la ofensa personal colocando discretamente el término genocida, muy cerca del nombre de Obama.

Al final todos coinciden. A Chávez, Zawahari, Hamas o al castrismo, no les acaba de gustar ese nuevo rostro que se perfila en Estados Unidos y que pone en peligro las viejas mentalidades. El terrorismo, las dictaduras y los fanatismos no pueden quedarse tranquilos cuando se escuchan campanas que hablan de paz y diálogo. Para nada les conviene el cese de las confrontaciones que justifican su existencia, las que les garantizan poder y proporcionan leña para mantener encendida la hoguera del odio.

 

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