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22 de enero de 2009

 

OPINIÓN DE LOS LECTORES
 

Una vez cumplido el sueño, hay que hacerlo realidad 

Miguel Saludes 


 

"A aquellos líderes en todo el planeta que buscan sembrar conflicto o responsabilizar de los males de su sociedad a Occidente les digo: vuestro pueblo los juzgará por lo que podéis construir, no por lo que destruís."

Barack Obama, discurso inaugural del 20 de enero.

 
 
MIAMI, Florida, enero, (www.cubanet.org) -El  sueño se hizo real en el mismo sitio donde Martin Luther King lo predijera, justo un día después de celebrarse el memorial en su honor. El vaticinio fue certero incluso hasta en el lapso de tiempo que cobraría materializarse a la ilusión. Tal vez si la confabulación asesina no hubiera logrado su objetivo, este veinte de enero Luther hubiera sido uno de los invitados de honor en la juramentación del primer presidente afro americano de Estados Unidos.  

Cerca de dos millones de personas acudieron al lugar para ser parte del acontecimiento. Ni las frías temperaturas bajo cero impidieron que la gente se congregara desde temprano. Muchos no dudaron en permanecer 16 horas a la intemperie, incluso dormir al desamparo expuestos a la inclemencia del tiempo. El esfuerzo es justificado pues esa fecha trascendental, lo será aún más si las promesas de cambio que la posibilitaron llegaran a cristalizar.   

Una jornada plena de simbolismos que dio inicio con el mismo recorrido que hiciera Abraham Lincoln para llegar a Washington, y que tuvo su punto culminante en el juramento presidencial hecho sobre la Biblia utilizada  en ocasión similar por el presidente abolicionista.  

La misma ropa utilizada por la esposa del presidente durante los momentos cumbres de la carrera de su compañero hacia la Casa Blanca, entra a formar parte del cúmulo de hechos  significativos. Algunos reprochan que Michell Obama usara vestidos de un costo relativamente bajo. Algunos entre 148 a 200 dólares. Una bagatela para la abogada exitosa de Chicago. Modestia y moderación pudieran ser los mensajes de la Primera Dama, adecuados a los tiempos que corren. Llama la atención que la ropa fuera diseñada en gran parte por latinos. Dos de ellos los cubano-americanos Isabel Toledo y Narciso Rodríguez. De origen cubano es el pastor que recibió al matrimonio Obama en la iglesia donde la pareja inició su primer día de actividades oficiales.
   
Ese día, unidos por la emoción y la esperanza, lloraron blancos, negros, hispanos, asiáticos. Niños, jóvenes y ancianos. Hombres y mujeres. Ciudadanos e inmigrantes. Más allá de la capital un mundo vivió la intensidad del suceso, lo mismo en una remota aldea en Kenia, en  las populosas ciudades de Europa, que en el lejano Japón, donde la palabra Obama no es extraña en el idioma del país. Por vez primera en la Habana, a través de los televisores instalados de las áreas turísticas, alguna gente de pueblo pudo ser testigo del evento.  

Barack Hussein Obama. Así, de manera íntegra, fue pronunciado el nombre del mandatario número cuarenta y cuatro durante la ceremonia de juramento al cargo. Más allá del tema racial, en el hecho se resumen luchas, aspiraciones y logros que conforman el espíritu de Norteamérica. Es significativo no sólo que el primer afro americano llegue a tan alto puesto en Estados Unidos sino que además sea el hijo de un inmigrante venido de África que profesaba la religión musulmana. De ahí el nombre. Hussein, legado que no fue omitido durante el ritual. Un detalle cuya connotación es tremenda cuando hay quienes buscan enfrentar al mundo árabe con la cultura occidental. 

Apenas dieciocho minutos bastaron al nuevo mandatario para su discurso. Que comenzara aludiendo a las raíces fundacionales norteamericanas, no es casual. Los retos que impone la situación actual no son menos cruciales y duros que los que tuvieron que enfrentar los fundadores de la nación libre.  

Las palabras de Obama apuntaron hacia una transformación más que a un frío traspaso de gobierno. Fueron la confirmación de los basamentos que sustentan los valores nacionales y un llamado para cruzar hacia una nueva era. Exaltaron el poder generador de riquezas y libertades que ofrece el mercado, recordando que no por ello puede dejarse sin control. El presidente señaló la avaricia, la irresponsabilidad y el fracaso colectivo a la hora de tomar decisiones, como los grandes defectos de una política social dirigida a favorecer a los más prósperos, en perjuicio de los débiles. Remarcó la necesidad imperativa de restablecer la concordia nacional. Un mensaje claro a los que reclaman una mano tendida desde Estados Unidos, a que abran el puño que hoy cierran con odio amenazante. 
   
Barack Hussein Obama. Apellido africano, nombre árabe. Su padre, a diferencia de los antecesores traídos por la fuerza como mano de obra esclava, vino a tierras norteamericanas como hombre libre a estudiar y trabajar. Un descendiente de su estirpe negra, fruto de la unión con la raza blanca, llevará sobre sus hombros la enorme responsabilidad de guiar los destinos del gran país. Su procedencia humilde, el crecimiento en medio de dificultades, torceduras y derechuras en su andar, y un empeño coronado finalmente por el éxito, han hecho renacer la esperanza en millones de corazones. Millones de voces  que ahora aclaman con mayor confianza ¡Sí se puede! ¡Se pudo y se podrá! 

 

REVISTA CUBANET
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