La piña que no es fruta

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Cuando hablamos de la piña, pensamos en ese suculento fruto de cáscara rugosa, dulce pulpa y fibroso corazón, que se eligió como corona de las columnas del Templete, antiguo monumento que conmemora la fundación de nuestra ciudad. Pero la piña a la que me refiero en este artículo no tiene nada que ver con la fruta.

Hablo de otra piña. De esa piña cubana, que no es fruta, que está constituida por ciudadanos que se aglutinan con un objetivo común: tener el control. Al igual que el sabroso fruto tropical, “los de la piña” son seres de cáscara dura y corazón de piedra; pero tienen su “dulzura”, que está reservada para un reducido grupo: ellos mismos y quienes los mantienen en el poder.

Se les puede encontrar en lugares tan disímiles como la cola del pan, el Registro Civil y la Dirección de Vivienda, distribuyendo sus eficientes servicios a un grupo selecto de clientes a los que “facilitan” todo tipo de trámites que, por las vías establecidas, requerirían ires y venires, dimes y diretes.

En los centros de trabajo participan en la adjudicación de estímulos y sanciones, demociones y promociones: son la cara oculta del poder; incluso pueden influir en la selección de los dichosos que viajarán al extranjero, en misión de trabajo, por supuesto.

En el lenguaje popular cubano, apiñarse es sinónimo de amontonarse, concentrarse o agruparse. Este “fruto” social, típico de nuestra flora, prospera en los más variados terrenos de nuestra sociedad “socialista”.

Las piñas a veces son “familiares”, negocios de familia. Aunque se nos quiere hacer creer que el nepotismo es una lacra del pasado, resulta sorprendente el número de “hijos de fulanito” en puestos importantes o “primos de menganito” que viajan al extranjero porque ser “los más competentes”.

“Cada cual viva de su sudor, o no viva” es pensamiento martiano que nos repiten frecuentemente para referirse y censurar a los que pueden vivir sin trabajar. Pero no todos los cubanos que sudan el pan de cada día viven igual: la piña que no es fruta marca la diferencia.