El golpe avisa

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Aquí todos creen conocer cuándo y por qué se inició el vendaval que hoy vacía las vidrieras y viene descuajeringando los almacenes de las shopping (tiendas donde se vende en moneda convertible), a un punto que cada día es más difícil hallar productos de tanta demanda como el detergente o el aceite. Lo que nadie sabe es adónde irá a parar la cosa.

Desde luego, en nuestra isla el desconocimiento de las causas de un mal no implica necesariamente un motivo para inhibirse a la hora de arriesgar diagnósticos. Así que mientras el palo va y viene, cada cual está lanzando el suyo.

Hay quienes vinculan el desaguisado con los planes del régimen para eliminar la doble moneda. No parece tener pies ni cabeza la idea de vaciar las shopping si al final lo que se pretende es convertirlas en mercados comunes y corrientes, o sea, accesibles a compradores con moneda nacional. Pero el hecho de que no tenga pies ni cabeza es lo que no descarta su posible aplicación.

Hay quienes aseguran conocer de buena tinta que el régimen está prescindiendo de todos los proveedores que traían desde el exterior productos para los shopping, debido a que –dicen- existe un acuerdo con Venezuela para que sean empresas de ese país las que abarquen en lo sucesivo este mercado. Es un supuesto que se muestra aún más disparatado que el anterior.

Entre otros motivos, porque hoy por hoy Cuba debe representar para los empresarios venezolanos más o menos lo mismo que representa el espejo para la madrastra de Cenicienta. Pero ya está dicho, mientras más irracionales sean los diagnósticos, menos aconsejable resulta desecharlos a priori.

Algunos replican que no es que el régimen prescinda de sus proveedores internacionales, sino que éstos son los que han paralizado los suministros al no obtener ganancias, ya que, en vez de cheques, sólo reciben prórrogas y promesas de pago.

Y según otras, entre las muchas opiniones que ruedan ahora mismo por las calles habaneras, no hay que extrañarse demasiado por los azotes de este nuevo vendaval, pues es práctica común y ya vieja entre nosotros que las mercancías, aun las más elementales y necesarias, desaparezcan (o aumenten de precio) sin aviso y sin la menor explicación por parte de las autoridades del comercio, o, en el mejor de los casos, con pretextos que no se creen ni ellos mismos.

Tal vez –agregan estos últimos especuladores- todo se deba a que, de momento, el régimen no tiene dinero para comprar suministros, y no le importa demasiado darle otra vuelta a la rosca, pues sabe por experiencia que igual nos las iremos arreglando, más aún cuando se trata de un mercado que oficialmente es visto como piedra en el zapato, y considerado alternativo, con acceso restringido, sobre todo para la gente que recibe divisas desde el extranjero.

Esta reflexión podría ser tan superficial y atolondrada como el resto, pero al menos posee la ventaja de apoyarse en el conocimiento de causa. Cuenta con la perspicacia de los apaleados, que ven venir el palo aun antes de saber quién lo empuña.