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Las muchachitas del pre

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Las muchachitas del pre son las que cursan estudios de bachillerato, cuya edad oscila entre los 14 y 18 años, etapa difícil camino a la adultez, cuando la persona carga dos jolongos: uno del cual va arrojando viejos rasgos de la personalidad propios de la infancia y otro en el que recoge nuevas experiencias que, a su vez, conforman nuevas actitudes.

Esta realidad, universal, en Cuba adquiere rasgos específicos debido al carácter totalitario de la sociedad, y a tono con la depauperación material y moral que sufre la nación cubana.

La mayoría de estas muchachitas sueña con irse del país algún día, no porque sean enemigas del sistema político impuesto en Cuba, sino, como ellas dicen, para tener todo de lo que carecen aquí, incluyendo el derecho de viajar a donde les dé la gana, y no tener que vivir “guardando la forma” con el Comité de Defensa y la Federación de Mujeres.


Aunque sus añoranzas entroncan directamente con la política, dado el carácter totalitario de la sociedad, muchas confiesan que no les interesa la política y que no rechazan el sistema cubano. Sólo quieren irse, y ya. Algunas confiesan que les da lo mismo que se mantenga el comunismo o que se caiga mañana; que lo de ellas es resolver su problema porque lo de Cuba no tiene solución.

Mirándose en el espejo de los padres, saben que en el país una carrera universitaria no será recompensada con un mejor nivel de vida. A pesar de ello se esfuerzan en el estudio pues, además de las ansias de superación, saben que en cualquier lugar del mundo, menos en Cuba, la calificación es reconocida y recompensada económicamente.

La carrera de medicina es la que más promete, teniendo en cuenta una probable misión en el extranjero, aunque al médico le resulta más difícil obtener un permiso para abandonar el país definitivamente. Es un cuchillo de doble filo.

Mientras tanto se divierten y disipan siempre que se les presente la ocasión. El socialismo criollo, si bien da muy poco, no es muy exigente; es el mejor sistema posible para perder el tiempo.

Los preuniversitarios, trasladados desde hace décadas a internados en el campo por decisión del gobierno, tienen sus ventajas para las chicas. Allí, luego de cumplir con el estudio, las jóvenes son dueñas de sus vidas, lejos de los ojos vigilantes de los padres. 


Aunque hay sus normas y limitaciones, casi nada está prohibido. Sobre todo en lo referente al sexo. Siempre se trata de evitar un embarazo porque afectaría la asistencia a clases.

Las niñas llegan al preuniversitario ya con una buena educación sexual, pues en el propio hogar el médico del consultorio de la familia las ha instruido, sin prejuicios. Le ha dicho que el sexo, en todas sus variantes y modalidades, es bueno para la salud física y mental. Que sólo hay que evitar un embarazo indeseado usando condones y otros anticonceptivos.

Después de haber causado tanto daño a la familia cubana y las buenas costumbres, los institutos preuniversitarios regresan a la ciudad, también por decisión del gobierno, paulatinamente, ya que el país no tiene condiciones para absorber una masa tan grande de jóvenes estudiantes de un sólo golpe.

 
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