I ESPAÑOL I ENGLISH I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
 
 
__________________________________________________

Vindicación de los bueyes

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - En las últimas dos décadas, después de la autodestrucción del mundo comunista en Europa del Este, la tracción animal, y específicamente la ejercida por los bueyes, pasó a ser vindicada por el régimen cubano, luego de varias décadas de satanización.

En un reportaje publicado por el periódico Granma el pasado 27 de junio, el autor se lamenta del desinterés que muestran los agricultores hacia el uso del buey en las labores de preparación y acondicionamiento del suelo. La utilización de los bueyes en los trabajos agrícolas, se afirma,  “cayó a planos secundarios sin nadie quererlo”.

Como si fuera poco, el propio Raúl Castro, en su reciente intervención en el parlamento cubano, hizo una verdadera apología de la utilidad y el beneficio que reportan esos animales.

En cuanto a lo primero, el empleo de la tracción animal no sólo cayó a planos secundarios, sino que su uso se convirtió en algo dañino asociado con el subdesarrollo y la pobreza. Lo que resulta totalmente falso es la injusta exoneración de culpas al afirmar que, la casi extinción de los bueyes se produjo “sin nadie quererlo”.

El hecho fue totalmente intencional y la animadversión al buey apareció a los pocos meses del triunfo revolucionario con la creación del INRA (Instituto  Nacional de Reforma Agraria).     

Como parte de la política de “engatusamiento” el nuevo gobierno surgido tras la huida de Batista, mostraba ante la opinión pública un lote de pequeños tractores italianos, llamados “picolinos”, a la vez que anunciaba su futura entrega al campesinado como solución al  “anacrónico, cruel e improductivo” uso de la tracción animal.

La burguesía cubana, de forma oportunista, pues ya avizoraba las intenciones de sustituir una dictadura por otra, aunque ignoraba su radicalidad, donaba tractores para congraciarse con el nuevo poder político.

Durante 30 años, mientras el novillo antillano mamó de la teta soviética, la yunta de buey era asociada con el pasado capitalista, con su secuela de explotación y miseria. Era, según este punto de vista, reflejo de la indiferencia burguesa hacia el sufrimiento del campesino, obligado a erguirse sobre el surco tras la huella del buey bajo el sol quemante del verano criollo. La revolución, profundamente humanista liberaría al campesino de tan inhumana forma de esclavitud mecanizando la agricultura.

Y así fueron desapareciendo los bueyes de las cooperativas estatales creadas por el gobierno, en un proceso vertiginoso que negaba  la experiencia agrícola acumulada durante siglos. La consigna era mecanizar la agricultura y sembrar nuestros campos, más que de  viandas y hortalizas, de combinadas, tractores, sistemas de regadíos, procedentes de las lejanas regiones que entonces formaban parte del bloque soviético. 

Rápidamente, mientras se llenaba la campiña de hierros y aparatos de todo tipo, iban escaseando cada vez más el fríjol, la yuca, el rábano y la lechuga, en un paradójico proceso, al parecer insólito, pero que confirmaba aquello de que “donde pone la mano el comunismo, sólo brota la miseria”.

Según el Ministerio de Agricultura existen actualmente 265 mil 120 bueyes. De acuerdo al censo ganadero efectuado en 1952, la cifra era de cerca de 400 mil. O sea, el doble de animales. Un cálculo aritmético elemental nos dice que entonces había un buey por cada quince cubanos. Hoy, hay uno por cada sesenta. 

Estoy a favor no sólo de la mecanización, sino de todo tipo de adelanto científico técnico que, teniendo en cuenta la protección y conservación del entorno, contribuya a potenciar la producción agrícola. Es algo más que un disparate pensar que la creciente población mundial pueda abastecerse de recursos agrícolas con el exclusivo empleo de la tracción animal.

El gobierno lo sabe perfectamente, pero su fracaso económico le hace promocionar este recurso como la mejor opción. Ello no quita que de manera individual sea factible el empleo de la yunta en las pequeñas parcelas agrícolas. Tal realidad siempre fue reconocida y practicada por el campesino cubano que nunca abandonó su yunta y, si aún existen bueyes en nuestros campos, es debido a la presencia, dedicación y sabiduría de nuestros guajiros. 

 

 
Escriba una palabra clave o el tema
que desee buscar en las noticias o artículos publicados en Cubanet en español, inglés o francés
desde 1994 hasta 2009
 

___
 
___
 
___
 
___

 
http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html ___

 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.