El cielo se ha puesto feo Facundo

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - La escasez de servicios sanitarios ha provocado sufrimientos y sudores fríos a más de uno, y algunos se han visto forzados inventar soluciones al problema, que no son del agrado del resto de los ciudadanos.

Nazgabriel Hernández estudia estomatología. Luego de un indescifrable almuerzo en el comedor de la Universidad, fue atacado por un cólico estomacal que le exigía evacuar inmediatamente. Los baños del centro docente estaban atascados. Sopesó la posibilidad de dirigirse a una de las salas del hospital Calixto García, pero recordó que horas antes había estado en el lugar y la falta de agua era evidente por el olor que invadía el ambiente.

Sudando frío y con las piernas cruzadas el joven calculó sus posibilidades. En los hoteles los inodoros, por lo general, permanecen cerrados por orden de la administración, y en el resto de los sitios turísticos el acceso no siempre es permitido. En las iglesias ocurre algo similar. El único baño público de la zona, el del parque El Quijote, cierra sus puertas al mediodía, y casi siempre está cerrado por falta de agua.

Llegar a la casa era imposible porque no aguantaría el viaje. A plena luz del día se vio rodeado por personas que iban y venían, mientras él disimulaba su sufrimiento.

Nazgabriel miró como última opción un monumento al final de la Avenida G, pero se acordó de su origen guajiro y se subió en un árbol de la especie Ficus Religiosa, de mucho follaje, útil para alimentar a los conejos. Improvisó un nido y a salvo de la vista de los que pasaban, pudo hacer sus necesidades.

Cuando se bajó se alejó rápidamente del lugar. Había dejado un mal precedente en el árbol en que, según cuenta la historia, nació Buda, el príncipe de la paciencia.

De veinte servicios sanitarios públicos, sólo están disponibles seis en toda la ciudad. Aunque las autoridades afirman que se pueden usar alternativamente los ubicados en instalaciones recreativas, gastronómicas y en los hoteles, la realidad es que los administradores y trabajadores de esos sitios se reservan el derecho permitir la entrada, o simplemente los clausuran. Vaya, que el cielo se pone feo, Facundo, a la hora de evacuar.