Por un Cielo libre de cuadritos
Miguel Saludes
MIAMI, Florida, abril, (www.cubanet.org) -Una muestra de las más recientes producciones cinematográficas de la República Popular China fue exhibida en La Habana. Desde hace más de una década las realizaciones del gigante asiático atraen la atención del público y la crítica especializada a nivel mundial. Los cubanos han disfrutado de las espectaculares “Tigre y Dragón” y “La casa de los cuchillos voladores”, a través de los espacios televisivos dedicados al cine. También pasaron por la pequeña pantalla caribeña “Sorgo Rojo” y “El violinista.” Otros como “El papalote azul” quedan para quienes además de contar con video propio, tienen posibilidad de acceder a filmes de esa calidad.
El cine chino ha recorrido una etapa vertiginosa en los últimos años. Varias de sus propuestas encuentran buena acogida en los concursos internacionales del séptimo arte. Pero su auditorio más exigente es el de la nación china. A este no les basta el salto de competitividad que permitió producir una réplica de Hamlet, super producción valorada en 20 millones de dólares. Ni siquiera saber que la cinta titulada “La promesa,” sea parangonada con “El señor de los anillos”. Los chinos quieren ver reflejada su realidad cotidiana en las pantallas.
Una de las películas escogidas para la muestra habanera parece ser del calibre social que piden las nuevas generaciones chinas. Mi Mamá Juez presenta el drama de un adolescente que sufrió prisión, acusado injustamente por robo. Al cumplir la condena se propone vengarse de los que le llevaron a vivir lo que denomina una vida entre cuadritos. Es la imagen a la que recurre para describir tres años en la celda de un reformatorio. Una experiencia que desea hacer pasar a la jueza que dictó el castigo.
Cuántos casos como el del protagonista de la película tienen que haber pasado una situación similar en la nación asiática. Indudablemente millones se sentirán identificados con la ficción. Pero las injusticias de ese tipo abundan incluso fuera de las fronteras de China. En Cuba, por ejemplo, existen muchos que también pudieran verse reflejados en la historia del joven Zhang Shuai. De cosas parecidas, mucho peor que la narrada en Mi Mamá Juez, supe cuando atendí la pastoral carcelaria en La Habana Vieja. Conocí más en 2003. El drama real de la iniquidad cayó sobre mi sobrino Omar y decenas de amigos. Todavía hoy lo sufrimos. No hay que adentrarse en China o Norteamérica para saber el costo de la infamia.
La periodista de Juventud Rebelde, Nyliam Vázquez García, vio Mi Mamá Juez. Ella encontró el símil fuera del entorno de la isla. Lo trasladó a Estados Unidos y los cinco cubanos condenados por cargos de espionaje. Le impresionó la frase del personaje principal cuando dice que si llegara a odiar a una persona, haría que esta viera el cielo en cuadritos, aludiendo al tiempo pasado en indebido encierro.
A partir de esa expresión Nyliam propone cierto ejercicio imaginativo a sus lectores. Se trata de un cálculo basado en el deseo justiciero de Zhang Shuai al verse libre. Pensando en los llamados Cinco, se cuestiona cuántos en Washington, especialmente en Miami, deberían ser condenados para siempre a ver el cielo en cuadritos. No sé si serían muchos, pero creo que de aplicarse la misma fórmula en Cuba, sin exclusión de ciudades y pueblos, el número de los condenados a ver el firmamento cuadriculado sería bastante apreciable. Pienso en decenas de jueces y fiscales, testigos falsos y oportunistas. Gente sin escrúpulos que desde una turbia moral se prestan al juego de la arbitrariedad.
La reportera de Juventud Rebelde dejó a un lado lo mejor de la película. El odio acumulado es vencido por la capacidad del amor. Hace pocas semanas tuve la oportunidad de re encontrarme con Pedro Pablo Álvarez Ramos, uno de los condenados en aquella infausta jornada del 2003. No encontré una sola muestra de rencor en sus palabras. Es una actitud que se repite en el resto de sus compañeros, los que han salido de prisión y los que continúan tras las rejas. Ellos no pierden el tiempo imaginando como hacer pagar tan dura prueba a sus verdugos. Decidieron apostar por algo mejor que es la construcción de una sociedad libre de resentimientos y venganzas.
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