: Cuba: De embargos y de autoembargos o de bloqueos y autobloqueos
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OPINIÓN DE LOS LECTORES

De embargos y de autoembargos o de bloqueos y autobloqueos

Evelio Yero

SAN JUAN, Puerto Rico, abril, (www.cubanet.org) -La llamada sociedad global del presente es muy peculiar. Esto por dos razones básicas: el proceso de las multinacionales transformándose en redes transnacionales y el ámbito tecnológico de las comunicaciones. Este proceso sociocultural tiene dos vertientes como todo proceso humano lo tiene. Está saturado, como es obvio, de luces y sombras.

El tema de Cuba no parece estar ajeno al proceso antes descrito de la sociedad global. Sobre todo a la coordenada económica y a las de las telecomunicaciones pero reitero, ambos procesos parecen exhibir aspectos positivos y también negativos.

El tema del embargo o del bloqueo cobra relieve en la palestra mediática de principios del siglo XXI. El mismo se constituyó en un hecho cuando el gobierno cubano, en la década de principios del 1960, llevó a cabo la nacionalización de las empresas estadounidenses en la isla. Con el devenir o paso del tiempo se percibió dicho embargo o bloqueo, como un medio o herramienta para forzar y suscitar cambios políticos, económicos y sociales en la tierra de José Martí a partir de la dinámica radicalizadora de la revolución cubana en un contexto de guerra fría y aliada a la Unión Soviética. Al menos esta fue la perspectiva del Norte, en relación con Cuba.

La guerra fría concluyó. La antigua Unión Soviética se desmerengó. Concluyeron, igualmente, los argumentos existentes en torno al embargo o bloqueo hacia Cuba como herramienta adecuada para suscitar los cambios políticos, económicos y sociales que generaran un cambio hacia la sociedad cívica en el interior de la isla. El embargo o bloqueo resultó no ser efectivo en desestabilizar al gobierno cubano. Pero ¿por qué no resultó efectivo? Es complejo. Pero intentemos una posible explicación.

Cuba se quedó sin una clase media a partir del triunfo de la revolución. El estado se metamorfoseó en una presencia omniabarcadora en la vida cotidiana cubana. El trabajador asalariado se subordinó a un solo dueño: el estado cubano. La posibilidad de una clase social media con cierta autonomía, y por lo tanto, generadora de reflexiones propias y autóctonas se hizo nula.

El cubano que permaneció en Cuba después del año 1959, sólo ha tenido las siguientes opciones: en primer lugar, ser parte integral del estado cubano en funciones inherentes a los intereses de dicho grupo. En segundo lugar, ser parte del ámbito organizacional laboral subordinado al gobierno y por lo tanto, estar proclive a perder el trabajo si hace incursiones reflexivas ajenas al oficialismo ideológico del estado. En tercer lugar, auscultar el mercado negro siendo el ciudadano cubano copartícipe, en forma simultánea, del trabajo asalariado del oficialismo estatal ya que este último, no ofrece modos de sobrevivencia en la cotidianidad y canasta familiar cubana. En cuarto lugar, ser disidente u opositor en el sentido de pertenecer a un grupo minoritario en el orden social existente debido a las presiones gubernamentales y, por ende, sociales. En este último grupo, se puede sufrir el prejuicio social de ser un supuesto “traidor” porque, según el oficialismo gubernamental cubano, Cuba “es una plaza sitiada por el imperialismo revuelto y brutal del Norte”. Y, por último, la alternativa final que le ha quedado al ciudadano de Cuba ha sido ser un clásico marginado social o supuesto “lumpen”.

Esta última frase recurrente pertenece a la jerga cretinizada del oficialismo político cubano vigente en un contexto novel de identidad planetaria en el escenario político internacional. Quizás estos supuestos “lumpen sociales” tales como las jineteras (prostitutas) o los reambulantes (desamparados), conforman una forma extraña de protesta social. Una persona que estudia el saber o conocimiento sociológico diría, en forma intuitiva, que estos supuestos “lumpen sociales” tienen sus modos particulares, peculiares y propios de ser, tal vez, contestatarios de un estado que asume ser el representante auténtico de una revolución que falleció hace tiempo y que los hermanos Castro, alucinando, dicen que todavía existe.

Nos encontramos, en el momento presente, entre el embargo o bloqueo del Norte y el autoembargo, o autobloqueo de un gobierno autoritario que dice ser, el representante auténtico de su pueblo: el vetusto y anquilosado gobierno de Cuba. Menciono las dos palabras embargo o bloqueo, puesto que no quiero entrar en tonterías semánticas que desvirtuarían el sentido del mensaje en esta reflexión. Diría, más bien, que mencionar las dos palabras, podría ser enriquecedor para esta opinión que enuncio en este artículo.


La sociedad global, en específico en su dimensión mediática de las telecomunicaciones, parece enfatizar su interés en la suspensión del embargo o bloqueo del Norte. Pero, ¿Y el autoembargo o autobloqueo del propio gobierno cubano a la nación cubana? No se menciona. Por otro lado, no pocos compatriotas mencionan y reiteran el autoembargo o bloqueo que el gobierno le tiene al pueblo de Cuba pero no mencionan, al embargo o bloqueo del Norte.

Hace falta un proceso más imaginativo, eficaz y ético que viabilice una concertación genuina que intente lograr de forma concreta una Cuba justa, humana, plural y verdaderamente cívica. Exhorto a todos mis compatriotas en ambos lado del estrecho de la Florida y también, en otras coordenadas geográficas de esta tierra nuestra, a reflexiones profundas encaminadas hacia el objetivo deseado por casi todos: comenzar a construir una nación con todos y para el bien de todos, sabiendo que no será perfecta, pero con intencionalidades y fraternidades concertadas. Para Cuba ya es hora. Cincuenta años de autoritarismos absurdos es mucho tiempo. Necesitamos pasar ya la página.

yeroevelio@yahoo.com

 

 
 
 
 
 
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