El desmochador y Semana Santa
Leafar Pérez
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Terminó Semana Santa. El pueblo cubano, contra viento y marea, celebra año tras año la pasión, muerte y resurrección de Jesús. De todas las celebraciones, lo que más recuerdo es la entrega del “guano bendito” el Domingo de Ramos.
Los cultos y misas este día rememoran el pasaje bíblico de la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén, cuando los niños lo recibieron con ramos de palmeras y olivos. Esta es la ocasión en que quizás los templos católicos se llenan, más que en los días de Navidad. No sólo los católicos, sino infinidad de ciudadanos van en busca del guano bendito, símbolo de prosperidad y buena suerte.
Cada país, según su ubicación geográfica, utiliza un tipo de palma diferente. En Colombia, por ejemplo, es común la palma de ramos o cera, mientras que en España es la palma canaria, y la palma camedora para muchas naciones americanas. En Cuba, el guano bendito se consigue de la Palma Real, abundante en los campos, que alcanza una altura de hasta 30 metros, con hojas largas terminadas en forma de penacho, muy ramificadas.
La flexibilidad y la capa de cera vegetal que la recubre protegen la hoja de los hongos y la humedad, a la vez que mantienen su color durante todo el año, cuando al llegar la nueva Semana Santa deben ser quemados de acuerdo a la tradición.
Este año fue difícil obtener el guano bendito para las iglesias. Los huracanes que golpearon con fuerza el país derribaron miles de palmas reales. Por otra parte, la poca remuneración que reciben los desmochadores por cortar las hojas, y las trabas que pone el Servicio Estatal Forestal, conspiran contra este símbolo de la religiosidad.
El oficio de desmochador se trasmite de generación en generación. Pero lo que las personas no saben es lo peligroso que resulta ese trabajo. Por la altura por el llamado salto de la muerte, cuando el obrero debe soltar la soga y las riendas que le ayudan a subir, para escalar ayudado por sus brazos el tramo resbaloso de las bases de las hojas, y trepar al penacho. Cortes incorrectos pueden ocasionar daños a la planta, que provocan su muerte prematura. Por eso, ser un buen cogollero, como también les dicen, requiere de experiencia, habilidad y profesionalidad, y no todos los jóvenes quieren aprender un oficio peligroso y que paga poco.
Este año, mientras recibía el guano bendito, pedí a Dios que no sea el último, que la tradición no se pierda, y que quienes desempeñan el difícil trabajo de desmochador, reciban el reconocimiento que merecen para que, cuando laboren en las alturas, sepan que llevan la alegría a millones de cubanos.
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