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Permuta de pesadilla

Luis Cino


LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Cuando hace 4 años, Julio Alfonso Rodríguez decidió permutar su apartamento, no sospechó que él y su familia se verían envueltos en una pesadilla de burocracia, indolencia y manejos turbios. 

Julio y su esposa, Esther Lee del Rosario, tenían la ilusión de vivir con su hijo y su nieto, por lo que intentaron cambiar su apartamento en el reparto Eléctrico, Arroyo Naranjo, y el de su hijo Yusef, en Marianao, por una casa más grande donde viviera toda la familia. 

En noviembre de 2005, la casa espaciosa que buscaban creyeron encontrarla en el número 13 de la calle Cuarta, entre E y Gutenberg, en el reparto Capri, también en Arroyo Naranjo. Su propietario, Sergio de los Reyes, buscaba permutar la casa por dos apartamentos para separarse de las dos hermanas con las que convivía. Las mujeres se negaron a permutar cuando ya la mudada estaba decidida. Fue entonces que Sergio, en contubernio con la jefa del departamento jurídico municipal de Vivienda, logró que se cerrara el proceso y se iniciara uno de permuta obligatoria. La resolución, con número 647, fue dictada el 6 de marzo de 2006.  

Para realizar la permuta obligatoria, las dos convivientes tenían que ser “extraídas” de casa de su hermano (en Cuba, las autoridades no utilizan el término “desalojar” sino  “extraer”). Las dos mujeres apelaron al tribunal provincial y este falló a su favor, por lo que les dieron de plazo hasta noviembre para que permutaran.  

Durante esos meses, la familia Alfonso-Lee permaneció con sus pertenencias empacadas, en espera de la mudada. 

Cuando se cumplió el plazo, la extracción tampoco se produjo. Primero alegaron que no había transporte, luego dijeron que no se coordinó con la policía. El gobierno municipal dijo que el desalojo se realizara en la primera quincena de 2007. Como no se efectuó, en abril, la presidente del Poder Popular en Arroyo Naranjo dio una fecha final para el desalojo de las hermanas de Sergio: el 23 de mayo de 2007.  

Para esa fecha, Julio Alfonso y su hijo Yusef, cansados de esperar, escribieron a la Dirección de Vivienda para comunicarle que ya no deseaban permutar. Pero las propiedades de sus respectivas casas no les han sido devueltas, por lo cual, desde hace casi 4 años, no han podido hacer trámites legales, tales como inscribir al niño de Yusef en el registro de dirección de la casa donde nació. Esto implica, además, que la cuota de alimentos que le asignan al niño por la libreta de abastecimiento tiene que comprarla a través de la cartilla de sus abuelos maternos, en cuya casa está inscrito. 

Para reclamar su propiedad y la de su hijo, Julio Alfonso ha enviado cartas, además de a Vivienda Provincial, y una que entregó personalmente al presidente del gobierno provincial, a los consejos de Estado y de Ministros, al Comité Central del Partido Comunista, la Asamblea Nacional del Poder Popular y a la sección de correspondencia del periódico Granma. 

Para su asombro, en vez de respuestas, recientemente recibió la visita durante dos días consecutivos de cuatro inspectores que intentaron presionarlo para obligarlo a permutar. Le explicaron que la Dirección de Vivienda estaba inmersa en un control del Partido Comunista y el gobierno en busca de ilegalidades, durante el cual el expediente de la permuta fue a parar a manos del primer secretario del Partido en la provincia, y este ordenó resolver el caso inmediatamente. 

Ahora,  Julio y su familia, despojados de los documentos que demuestran el estatus legal de su vivienda, pudieran de un momento a otro ser desalojados (o “extraídos”, como prefieren decir los mandamases), y forzados a hacer una permuta que ya no desean.  

Su situación no ha sido reflejada en las secciones de correspondencia de los periódicos Granma y Juventud Rebelde. No sé si esta familia, que reside en el Edificio 32 apartamento 23, reparto Eléctrico, agradezca que la prensa independiente se ocupe de su caso. Probablemente no. Julio Alfonso milita en el Partido Comunista, fue oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y combatió en Etiopía  a finales de los 70. Su hijo Yusef Alfonso trabaja en el Ministerio del Interior. 

Espero me disculpen, pero ahora que tanto se habla en la prensa oficial del respeto a la legalidad y la autoridad de las instituciones estatales, es buen momento para hablar de estos temas. A ver si al fin dejan de ocurrir injusticias semejantes.

 

 
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