Nada es lo que parece

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El abuelo Gumersindo –a quien todos llaman Gume- siempre fue dado a filosofar. Dueño de una inmensa cultura, intercalaba eruditos refranes en su conversación. Frecuentemente sentenciaba: “Las apariencias suelen ser engañosas”. Cada día me convenzo más de lo profundo de sus razonamientos.

Entender a Cuba actualmente supone un inmenso reto al pensamiento. Se precisa de complejos procesos de inducción-deducción, análisis-síntesis y procedimientos de lógica formal para comprobar la veracidad de lo aparente.

Una adolescente acompañada por un voluminoso señor de cincuenta años, sugiere la imagen de una nieta con su abuelo, aunque  la mayoría de las veces no es así. El discordante dúo puede ser, con frecuencia, una joven acompañada de su solvente pareja sentimental. 

Si la vecina está preparando frijoles colorados y por la ventana se filtra un sabroso olor a chorizo, reflexione antes de hacerse ideas. Posiblemente el engañoso aroma provenga de un diminuto cuadrito compacto que, por obra y gracia de la química, simula el olor del suculento producto, con el que nada tiene que ver.

Si en una reunión donde se discute el presupuesto de una empresa, el auditorio escucha atentamente con la mano sobre la boca, ni se le ocurra pensar que los presenten tienen dolor de muelas; no, señor, es que nadie está prestando atención a las llevadas y traídas cifras que se discuten; y cuando levantan la mano para aprobarlas, son sólo autómatas, y se tapan la boca para hablar libremente de los temas que realmente les interesa mientras, luego de firmar la asistencia a la cita convocada por el sindicato y la administración.

Si el vecino de enfrente se pasea con una muchacha; y si usted se da cuenta que duermen juntos los fines de semana, es posible que sea su novia. Pero no sea  enfático a la hora de emitir un juicio. Quizás sólo sea su “descargante”, neologismo de moda que sirve para designar relaciones meramente físicas, para matar el aburrimiento.

¡Ay, Gume!, tu frase cada día cobra más vigencia; fuiste un visionario.