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Obama cumplió

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Varias semanas después de haber asumido la Presidencia de Estados Unidos, el Presidente Barack Obama cumplió su promesa de flexibilizar el envío de remesas y las visitas de cubano-norteamericanos a Cuba, en un claro mensaje de solidaridad y amistad a la población de la Isla. 

Esa decisión produjo de inmediato el incremento de los viajes de nuestros compatriotas, lo que propició en el primer semestre de 2009 un 20,0%  más de visitas en relación con igual período de 2008. Sin embargo, algunos aspectos de los viajes y las remesas necesitaban normas federales para regular la cantidad de dinero que puede utilizarse y los regalos, lineamientos por fin adoptados el pasado 3 de septiembre.

Las nuevas reglas federales establecen que los cubano-americanos pueden visitar un rango más amplio de familiares, sin limitación de la cantidad de veces o el tiempo de estancia.  Asimismo, pueden gastar hasta 180 dólares diarios y llevar hasta 3 mil dólares a los parientes. Además, se eliminan las restricciones para el envío de dinero y se amplía el número de artículos a enviar, incluyendo cámaras digitales, computadoras personales, semillas, equipos de pesca, televisores y radios, en adición a las comidas y medicinas anteriormente autorizadas. El límite del valor contenido en los paquetes se duplicó a 800 dólares.

Un aspecto positivo de las regulaciones es que autorizan a compañías norteamericanas  a brindar servicios de telecomunicaciones; que desde Estados Unidos se paguen cuentas de teléfonos celulares en Cuba y que funcionarios de compañías norteamericanas con negocios de telecomunicaciones y agricultura puedan viajar libremente a la Isla, lo cual podría ayudar al incremento del comercio, que el pasado año ascendió a más de 800 millones de pesos convertibles, según las estadísticas cubanas, ratificándose Estados Unidos como el mayor suministrador de alimentos al mercado cubano.

Aunque se trata de un primer, estas medidas de Obama “son extremadamente importantes para quienes están dentro de Cuba”, como aseguró un conocido miembro de la comunidad cubana en Estados Unidos. El valor de esas medidas va más allá de sus aspectos humanitarios. Además de ser un claro mensaje de solidaridad, también contribuirán a la unión de los cubanos, y facilitarán el flujo de ideas, elemento que seguramente coadyuvará a propiciar una mayor comprensión de la necesidad de cambios democráticos en Cuba.

Al mismo tiempo,  comienzan las visitas de personalidades norteamericanas, como la reciente de tres obispos católicos, el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson y el próximo arribo de la Orquesta Sinfónica de Nueva York, lo cual contribuye notablemente a crear un ambiente de amistad entre Cuba y Estados Unidos.

Se empieza a comprender en Norteamérica la necesidad de políticas proactivas en beneficio del pueblo cubano, sin esperar por las reacciones del régimen, que cuenta con sectores que no tienen interés en mejorar las relaciones, pues durante mucho tiempo han utilizado la hostilidad como coartada para justificar el desastre nacional y la represión.  Como demostró la historia en el este de Europa, el encuentro de los pueblos resulta positivo para el avance de la democracia.  
 
En este contexto, algunas personas creen ver una contradicción en la reciente firma del Presidente Obama, de la prórroga de la aplicación a Cuba por un año, de la Ley de Comercio con el enemigo, que impone la permanencia de las partes del embargo todavía en vigor. Olvidan el inmovilismo de La Habana, negada a reciprocar los gestos de la nueva administración, con lo cual brindan argumentos a los sectores que en Estados Unidos se oponen al mejoramiento de las relaciones entre los dos países.

De todas formas, si no se hubiera suscrito la prorroga, ello no tendría gran significación para la entera normalización de las relaciones económicas y comerciales con Cuba, puesto que  la Ley Helms-Burton mantiene las sanciones, y la única forma de derogarla es mediante decisiones del Poder Legislativo, donde aún quedan defensores de las fracasada políticas de aislamiento que, aplicadas por decenios, nunca han logrado algo, a no ser las coartadas al totalitarismo.  

 

 
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