Vivir un poco mejor (Final)

Martha Beatriz Roque Cabello 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El cliente  paga con la caja abierta, sin mediar un vale. En el caso de la floristería que se encuentra en el edificio del centro de negocios, en la calle 3ra., Miramar, no tienen caja, el dinero permanece dentro de un artefacto rudimentario. Cuando venden cualquier producto, como si fueran controladores del puerto, lo marcan en una hoja de papel, o en un pedazo de cartón.

Pero ese no es el colmo de la ineficiencia. El pasado 7 de setiembre, cuando se celebra la víspera de la Virgen de la Caridad del Cobre, no tenían flores, porque según planteó la administradora de uno de estos establecimientos, el pedido entra los martes, ese día era lunes, y se había agotado el suministro de la semana. No existe la gestión comercial que en función de las necesidades del pueblo.

En la floristería se inició una protesta entre los clientes que no pudieron conseguir flores, ni siquiera las más corrientes en moneda nacional. Los cuadros de dirección de las empresas también aportan su poco de malestar a la sociedad.

El segundo ejemplo es el de los restaurantes. No sólo los ofrecen sus servicios en moneda convertible, también los de moneda nacional; ambos son objeto del descontrol. Cuando usted paga la cuenta, el vale que le entregan está escrito a lápiz y no tiene una numeración consecutiva que permita controlar a los clientes. Por lo que, al finalizar el turno de trabajo, se puede “cuadrar la caja”, e incluso por solo citar una forma de fraude, traer mercancías para poner a la venta y que se quede sin vender la del Estado.

Otro tanto sucede en las peluquerías, sobre todo en las de los hoteles, a las que acuden numerosas jineteras, artistas y otras personas con altos niveles de vida, ya que sus servicios son caros. Ni soñar que una mujer trabajadora pueda hacerse un pelado con un estilista de estos centros. La lista de precios es inexistente, sale de la boca de quien presta el servicio, tampoco se hacen vales y la caja se trabaja de forma abierta. Incluso, no hay reparos para, delante del cliente, echarse en el bolsillo la parte que le toca del trabajo realizado, que en algunos casos es toda.

Solo hay que ver el nivel de vida que tienen las personas vinculadas a estos empleos, donde se liberan de ganar un salario que no alcanza para nada.

¿Acaso los responsables de controlar todo esto no saben lo que pasa? ¡Claro que sí!, pero se llevan al bolsillo parte de la tajada. ¿El gobierno tampoco lo sabe? Sí,  pero necesita permitirle a un grupo de personas vivir un poco mejor dentro de la miseria que ha creado el sistema, lo que implica también que son manejables políticamente.