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Los muros

José Alberto Álvarez Bravo

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Acabo de enterarme de que soy ciego. La ceguera no la descubrió un oculista, sino un cineasta, el italiano Giuliano Montaldo, que acaba de estrenar en el Festival Internacional de Cine de Venecia el documental “L´Oro di Cuba”.

Conocimos de la existencia de la cinta y su contenido gracias a una entrevista que concedió a la agencia EFE.

Lo primero que quiero conocer sobre la realidad de que habla Montaldo es esa  “universidad más accesible a los ciudadanos”, porque pensaba que en Cuba, según las palabras de Fidel Castro, la universidad es para los revolucionarios. Tal vez el señor Montaldo muestre en su documental esa otra Cuba en la que no expulsan del alto centro a Mario José Delgado, por conflictos ajenos a la política, aunque politizados por la dinastía Castro.

Si Montaldo quiere ayudar a descubrir su fabulosa “universidad para todos”, nada le costará mostrar también ese mágico “sistema sanitario a la vanguardia de la medicina”, porque como veo la mugre bajo la alfombra, percibo las montañas de desperdicios sólidos en La Habana, los derrames de aguas albañales en la ciudad, los precios inaccesibles del detergente y otros medios imprescindibles para lograr un sistema sanitario en la vanguardia de la medicina. A menos que el bien intencionado Giuliano nos esté hablando de la clínica Cira García, y demás dependencias exclusivas de la nomenclatura.

A través de la lectura del material de EFE sobre el filme de Montaldo, supe que no sólo soy ciego, sino también tarado mental, pues no comprendo su descripción de del país: “La gran fuerza de ese pueblo ha sido no perder nunca la cabeza ni la sonrisa”.

Tampoco conozco lo que significa para este señor el “amor del pueblo por su tierra y su patria”. Para nosotros, el concepto de amor a la patria lo definió José Martí cuando escribió: “es el odio invencible a quien la oprime”.

El italiano, sin darse cuenta, ha metido la pata.  Mucho va a tener que tocar el piso con la frente si aspira a disfrutar de nuevo de los bellos cuerpos de las bailarinas de Tropicana. “Hay personas que por trabajo viajan por el mundo y que deciden después volver y quedarse en el país” -dijo.

Con tan flaco servicio, que se vaya olvidando del color de la visa cubana, y del sol de Varadero. Cualquier malintencionado podría interpretar sus palabras en el sentido de que quienes regresan son casos excepcionales, y que la mayoría “se gana la pira”, a pesar de que para salir hay que pasar varias veces por “el filtro” y calificar como “confiable”. 

Montaldo confiesa que fue tildado de fidelista, derechista, homosexual, y pregunta a sus entrevistadores quién es en realidad. Si me preguntara a mí, le respondería sin titubear: un  ciego, de los peores: de los que no quieren ver.  

El autor de “L´oro di Cuba” cierra la entrevista con una frase para la historia: “Sólo queríamos contar cómo han caído todos los muros y cómo Fidel sigue ahí”.

Los italianos tienen una torre que se mantiene en pie desafiando las leyes de la física. El muro que aísla  a Cuba de las naciones democráticas se mantiene en pie desafiando las leyes de la libertad.

113dominexaudi932@gmail.com

 

 
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