¿Sólo un problema más? (I parte)

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - En Cuba todo se resume en la bicoca de 50 años. En 1959 prometieron que se superarían los males acumulados durante los 57 de república, y que el pueblo disfrutaría de bienestar, según los sacrificios y méritos. Al cabo de cinco décadas los cubanos tienen que  recuperar lo destruido bajo la mirada del mismo padre sobreprotector que decide y prohíbe todo, porque al vástago  hay que guiarlo para que aprenda y no se equivoque. 

En los primeros decenios, la población casi se duplicó, pero ha tenido que compartir el techo con las otras generaciones de la familia, esperanzadas de que le asignaran uno, por sus esfuerzos y necesidades, según las disponibilidades del Estado. 

Cuando alguien se marcha al extranjero definitivamente, los vecinos procuran la vivienda, pero usualmente se asigna por centros de trabajo, sectores priorizados y dirigentes. Los escalafones son eternos.

Se crearon las microbrigadas en los años de 1970, para que los trabajadores construyeran sus propios edificios y aportaran apartamentos a los requerimientos del Estado para autoridades, impedidos físicos y damnificados. Se comenzó con construcciones de 12 plantas.

La época (relaciones inmejorables con la Unión Soviética) permitía pensar en adquirir elevadores. El período constructivo podría durar entre  6 y 10 años. También se construyeron edificios de 5 pisos, más realistas. Todavía se encuentran algunos abandonados, a medio construir, porque en 1989 llegó el “periodo especial” y aparecieron otras prioridades, aunque continuaron acumulándose los ciudadanos albergados debido a los derrumbes. 

Las autorizaciones a particulares para construir han sido muy escasas, e inmensas las dificultades para adquirir los materiales, ocasionando ventas ilegales, envíos a prisión, desahucios y confiscación hasta de inmuebles terminados.  
Los temporales y ciclones tropicales han destruido las viviendas; unas muy viejas, otras enclenques y rudimentarias.  La espera para arreglar y reconstruir siempre tropezó con las directivas superiores de no aceptar donaciones extranjeras en caso de desastres, y determinar prioridades.  

Mucho han escrito los periodistas independientes, que han sufrido represalias y hasta años de cárcel por alertar sobre problemas vitales y sugerir soluciones.

Sólo el periódico Juventud Rebelde, en su sección Acuse de Recibo, está autorizado a reflejar casos dramáticos, ya sea para que la población haga catarsis,  demostrar que se ejerce cierta presión sobre quienes tienen que solucionar los problemas, o simplemente simular que existe en el país una apertura informativa. ¡Ojala resuelvan algo!