Cambios y medidas
Frank Correa
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Un politólogo y economista no muy a fin con la economía socialista, fue escogido para integrar una comisión alternativa que analizaría la implementación de cambios en el país.
Ignora el hombre si su elección fue equivocada o inducida. Quizás pasó inadvertido o tal vez quisieron utilizarlo para mostrar diversidad en el análisis. Completaban la comisión, estudiosos sociales, analistas, científicos de la información y líderes políticos.
El economista patentó una variable matemática sobre las probabilidades de estallido social luego de un cambio, pero lo que más llamó la atención fue la ponencia “Cuatro cambios sustanciales”, presentada casi al cierre del evento.
El primer cambio propuesto fue eliminar la educación gratuita y que la manutención del escolar corriera completa a cargo de los padres. Mejoraba la calidad de la educación, pero había que pagarla.
El segundo cambio se refería al sector de la salud. Se proponía que debía autofinanciarse a través de un mecanismo eficiente de seguros, con el servicio médico más avanzado del mundo.
La tercera propuesta a la comisión fue la financiación del deporte a través del profesionalismo. El cuarto y último cambio era la misma propuesta, pero dirigida a la cultura.
Dice el amigo que a diferencia de otros eventos, en este tuvo poca participación. Los “tanques pensantes” elucubraron variantes y teorías sobre las cuatros propuestas de cambios, y él se limitó a sacar sus propias conclusiones.
La educación y la salud gratis son las cartas de triunfo del socialismo, así como el deporte socializado y la cultura son sus salvaguardas contra la apatía de la población, que se desborda a niveles límites luego de 50 años de lo mismo con lo mismo.
Durante el receso, en los pasillos escuchó comentarios acerca de la eliminación de la cartilla de racionamiento, cuestionada al máximo, pero que ha sido la salvadora del pueblo. También oyó expresiones sobre la eliminación de gratuidades y beneficios públicos.
Nada se habló de la instauración de una sola moneda. De pagar salarios acordes con los tiempos, y mucho menos de convocar elecciones libres ni de poner en libertad a los presos políticos. Tampoco del crecimiento de la economía.
El amigo, algo asustado por las proposiciones de la comisión, dice que anhela despertar un día y comprender que todo fue producto de su imaginación, que nunca participó de aquel cónclave.
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