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Noble iniciativa

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Barack Obama asumió su mandato con uno de los legados más complicados que recoge la historia de los Estados Unidos. Los problemas van desde una crisis económica con características similares a la Gran Depresión de 1929, y otros desafíos internos en cuanto a salud pública,  educación,  inmigración,  consumo de drogas, hasta las guerras en Afganistán e Iraq.

Herencia enmarcada en una pérdida de imagen externa, aprovechada por  terroristas y tiranos.

No se sabe si el Presidente Obama saldrá airoso de los retos que enfrenta, pero ha demostrado capacidad y coraje para enfrentarlos. Lamentablemente, su trabajo es dificultado por políticos e intereses poderosos. Ahora, con la propuesta de reforma al sistema de salud, en lugar de hacerse una oposición leal, se recurre a  mentiras para crear un ambiente de histeria basado en prejuicios y adulteraciones de la propuesta de su Administración. 

La señora Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y candidata a vicepresidenta, en un mensaje publicado en Facebook manifiesta: “La América que conozco y quiero no es aquella en la que mis padres o mi bebé con síndrome de Down tendrán que enfrentarse al comité de la muerte de Obama para que sus burócratas decidan, de acuerdo con su juicio subjetivo y su nivel de productividad en la sociedad, si merecen seguro médico”.

Esa falsedad ha servido para cultivar la histeria sobre la existencia de supuestos comités de la muerte. Asimismo, se ha divulgado la noticia de que la nueva ley daría al gobierno libre acceso a las cuentas bancarias de cada ciudadano, algo que nada tiene que ver con la realidad. 

La campaña desplegada por los cabilderos al servicio de las compañías farmacéuticas y de seguros divulga fotos del Presidente con un bigote al estilo de Adolfo Hitler y mentirosos letreros para infundir terror en los ciudadanos.

El ejecutivo  propone terminar una situación insostenible: 50 millones de norteamericanos no tienen seguro médico, y otros lo poseen con enormes limitaciones que no abarcan muchas enfermedades y servicios.  Paralelamente,  los costos de la atención a la salud crecen sin cesar. Mientras, la nación generadora de alrededor del 25,0% del PIB mundial queda retrasada frente a su vecina Canadá, algunas naciones de Europa, e incluso en  importantes cuestiones detrás de países en vías de desarrollo, como Chile y Costa Rica en lo que atañe a la esperanza de vida, según la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Estados Unidos es el país que realiza los mayores gastos relativos y absolutos en lo referente a la salud. De acuerdo con las cifras publicadas en el Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) 2007-2008 del PNUD, el país invirtió el 15,4% de su PIB en 2004, con un per cápita de 6 096 US$, a paridad de poder adquisitivo, mientras naciones con per cápita  inferiores, como Suecia (2828 US$), Noruega (4080 US$), Canadá (3173 US%), Holanda (3092 US$), Suiza (4011 US$), Finlandia (2203 US$) y Francia (3040 US$), combinan eficientemente la gestión pública y  privada con los mejores resultados a escala planetaria en el cuidado de la salud.

Es una contradicción que Estados Unidos, con esta fabulosa inversión y, además, una abrumadora superioridad mundial en el desarrollo científico-técnico de la salud, confronte esos problemas. 

Los intereses que promueven la campaña contra la reforma del sistema de salud, deberían recordar que el egoísmo y las ansias desenfrenadas de ganancias fueron la génesis de la presente crisis económica global. No se trata de limitar la creatividad individual y las ganancias, sino de establecer reglas justas. Si continuaran elevándose los costos de salud, la cantidad de personas sin seguro y el establecimiento de “seguros inseguros”, podrían desembocar en lamentables desequilibrios sociales.

La reducción de los costos de los productos y servicios pudieran minorar las súper-ganancias de hospitales, aseguradoras y grandes compañías farmacéuticas, que hoy son las beneficiarias de los enormes gastos del presupuesto estadounidense. Al mismo tiempo se extenderían los servicios a  más personas, abriéndose el mercado, lo cual les ofrecería amplias ventajas. Sin embargo, existe el peligro de  que esto no se entienda, generando la parálisis del noble propósito de Obama. 

Resultaría ingenuo desestimar el enorme poder opuesto a las reformas. Una derrota del proyecto sería un apoyo a las fuerzas antidemocráticas en el mundo; los Chávez, el totalitarismo iraní y otros enemigos de la libertad, que ven en el prestigio del Presidente un obstáculo para sus objetivos, y están preocupados por el paulatino ascenso de la imagen internacional del país. 

Lo que se juega hoy en Estados Unidos no sólo compete a sus ciudadanos, sino a los demócratas del mundo, que ven en esa nación un poderoso y decisivo aliado en la lucha por lograr que todos los habitantes del  planeta  puedan tener la oportunidad de una vida digna.

 

 
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