Lo que va de  ayer a hoy

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - En el año 1926, cuando viajar en auto era casi una proeza, unos jóvenes de Banes tuvieron la ocurrencia de salir de su pueblo en carro hacia La Habana.

El viaje debió resultarles una diversión. Se cuenta que desde cada pueblo pasaban un telegrama a la familia en Banes para que supieran por dónde andaban.

Al arribo a la capital, los recibieron varios amigos y se fueron de rumba para celebrar la feliz culminación del periplo que duró 69 horas. Eso fue ayer.

Hoy, pasados 83 años, es poco diferente. Pedro narró que fue a Bayamo de vacaciones, y no en coche. Después de invertir varios días en la cola de la agencia de pasajes, debido a la cantidad de vacacionistas con destino a las provincias orientales, viajó en tren desde La Habana, donde reside.

El tren salió retrasado dos horas. Acomodados en el vagón correspondiente, se sintieron optimistas hasta que llegaron a Colón, donde la locomotora se averió y tardaron dos horas en arreglarla. 

Como el tren iba retrasado, hubo que aguardar otra hora en Santa Clara para darle paso a otro que hacía el recorrido contrario. Lo mismo sucedió en Camagüey, cuando la locomotora de reemplazo fue llevada al taller para realizarle un ajuste. Mientras, los viajeros soportaban los inconvenientes del viaje, cansados, sedientos, sudorosos, sin nada que tomar, padeciendo el mal olor de los baños y con una lasca de jamón enlatado en el estómago.

En las paradas obligadas del tren, algunos cautelosos vendedores, temerosos de la aparición de los policías, se arriesgaban a proponer comestibles acercándose a las ventanillas,