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24 de septiembre de 2008
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Carencias, necesidades y rumores

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) -  La situación actual no es de juego. En pocas palabras, “el horno no está para galleticas”. En la medida en que algunos canales de información del gobierno lanzaban advertencias en contra de la posible alza de precios por especuladores del mercado alternativo, el rumor del alza del aceite comestible a 3 cuc el litro (72 pesos MN)  y otros productos de primera necesidad en las tiendas de recaudación de divisas, despertó una ola de críticas anticipadas, reflejo de un profundo descontento popular.

Debido a las penurias provocadas por tanta carencia y necesidad, el último rumor se propagó de boca a oído la pasada semana. Tan amplio fue el campo de recepción en la opinión pública nacional que, de inmediato, fue objeto de un desmentido oficial en una emisión estelar del Noticiero Nacional de Televisión. 

Ya el miércoles pasado, en una tienda recaudadora de divisas, en las calles Infanta y Zapata, 12 personas hacían cola para comprar sobres de detergente, un producto que aparece y desaparece con mucha rapidez en los comercios. Ignoro la causa, si es debido a que la gente lava más la ropa en estos días o a un claro desabastecimiento que padece la isla desde hace meses. Pero esto ocurría ya antes de los huracanes.

Las graves afectaciones ocasionadas por los huracanes aportaron leña al fuego de las inquietudes, y la experiencia fatal de muchos años admite que los rumores se expandan con rapidez. Objetivamente, ocurrió que la falta de electricidad en la isla durante un poco más de 48 horas en la mayoría de los hogares, obligó a consumir los alimentos guardados por temor a que se echaran a perder.

En dos o tres días la gente se comió lo dispuesto para  una semana o más y, luego del paso de los huracanes, la falta de abastecimiento del mercado en ese período, provocó la angustia de muchas personas que se encontraron sin tener algo sólido para comer.

Y no me refiero a las zonas siniestradas, donde el desastre adquirió proporciones casi absolutas, sino a la gran mayoría de los hogares cubanos. Por otro lado, los precios de los alimentos no dejan mucha opción de compra. O una cosa o la otra, y no en cantidades suficientes.

Por ejemplo, existen (en La Habana al menos)  “carnicerías especializadas”, en las que venden lomo ahumado, jamón, queso (de un solo tipo, denominado fundido), salame, picadillo condimentado (¿?), tocineta, costilla ahumada, pierna de cerdo ahumada, lacón. Todo con precios a partir de 20 y 30 pesos la libra. Pero hay que gastar un dineral para surtir de lo imprescindible a una familia de 4 personas como mínimo. La libra de cebollas cuesta 10 pesos, los frijoles lo mismo precio, las viandas entre 3 y 5, sólo por mencionar el precio mínimo de algunos renglones. Si tomamos en cuenta que el salario promedio mínimo es de poco más de 400 pesos, jamás alcanzará el sueldo para todos los alimentos que se requieren.

Hace años, un señor me dijo que la vida era como la secuencia de  las películas, tenía 24 cuadros por segundo. Las características de cada secuencia se alternaban. Eso siempre me recuerda a “una de cal y otra de arena”. El asunto de los cubanos es que no escapamos de la cal viva. Tenemos la piel en carne viva hace un buen rato. Por tanto, el huracán del rumor invade las calles con mucha facilidad. De todas maneras, “cuando el río suena piedras trae”.

 

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