I ESPAÑOL I ENGLISH I CONTACTO I NOSOTROS I NOTICIAS POR E-MAIL
23 de septiembre de 2008
IMPRIMIR

Irse con la de trapo

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Resulta pintoresco que tantos reportes de la prensa internacional y hasta algún que otro paisano bloguero, se mostrasen escandalizados, extrañados o preocupados ante el hecho de que el general Raúl Castro no estuviera imponiendo su anodina presencia en los sitios más afectados por el paso de los huracanes. O por lo menos que los medios oficialistas de la Isla no divulgaran desde el inicio imágenes de sus visitas, si las hizo.

Cabría la esperanza de que los autores de tales reclamos no estén sintiendo en el fondo nostalgia por la otrora histriónica y machacante omnipresencia de Fidel.

Pero aunque así no fuese (Dios nos libre), no deja de extrañarnos el supuesto de que sean los mismos analistas que hace sólo un par de meses se mostraban expectantes con los cambios que –decían- estaba trayéndonos Raúl, aún cuando aquí no le viéramos el pelo a los cambios. Y ocurre que ahora les consterna que el general no aparezca en medio de un paisaje en ruinas por el cual realmente podría hacer muy poco, por más que dé la cara.

En La Habana, por no hablar de las marginadas provincias del interior del país, todavía hay miles de personas que cohabitan en albergues de mala muerte porque, años atrás, otros fenómenos naturales que ya nadie recuerda (sólo ellas), devastó sus precarias propiedades. ¿Alguien duda que Fidel haya visitado entonces sus sitios de residencias y que las imágenes de la visita recorriesen el mundo? Menos indudable es que su “gesto” no sirvió para nada.

Es sólo un ejemplo entre un millón. Pero en todo caso no habría ejemplo más ilustrativo que el de la sobresaturada divulgación internacional de la imagen del tirano que a lo largo de cincuenta años aparecía como Dios en todos los resquicios de la geografía de Cuba. Aunque mucho menos se mostrara y se hablara de nuestra realidad tierra adentro, la misma que ahora sale a flote, intacta en su desastre, no por obra de acuciosos analistas sino de los ciclones.   

Tal vez no estaría de más que seamos un tantillo menos convencionales, menos frívolos, más serios. Y tal vez lo serio en este caso, en lugar de preguntarse adónde va el general Raúl Castro después de los ciclones, sería profundizar en el hecho incontestable de que esté donde esté, haga lo que haga, y reciba la ayuda que reciba, él, y aún mucho menos el sistema que mantiene los guiñolescos hilos de su poder, están capacitados para resarcir la catástrofe. 

Ya se sabe que entre nosotros el término beisbolero “irse con la de trapo” equivale a equivocarse en el intento de batear la pelota tirándole a un lanzamiento engañoso. Sería lamentable que además de vivir dependientes de la furia loca de los huracanes, y encima de estar a expensas de un gobierno dictatorial, ineficaz y represivo hasta los extremos, también seamos defendidos ante el mundo por analistas que tan fácilmente se van con la de trapo.

 

REVISTA CUBANET
GALERÍA DE ARTE
GALERÍA DE FOTOS
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.