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22 de septiembre de 2008
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La vida breve del proyecto Soul Caribe

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El cine Caribe fue hace tiempo el sitio cultural más importante de Jaimanitas. Hoy es símbolo de un sistema social en franco declive. Situado en el corazón del pueblo, este cine está prácticamente en ruinas, aunque como muchos edificios de Cuba muestran una fachada retocada con colorete.

El cine Caribe estuvo a punto de cobrar vida. Más que eso, casi le brinda a Jaimanitas una oferta variada de opciones culturales para todos los gustos, lo que hubiese roto la atonía y el aburrimiento colectivo. El Proyecto Soul Caribe, fue el fruto de la imaginación de dos hermanos recién graduados de un curso de dirección artística y escenografía, Rogelio y Lazy Ramírez, que pensaron que lo estudiado en la escuela de arte podía llevarse a la luz.

El proyecto contemplaba una peña campesina, una de tango, un ballet infantil, una taller de artes plásticas y el plato fuerte: la discoteca con música rap y soul, que cuenta con una aceptación total del público juvenil. Era un modo de evitar la emigración masiva a otras discotecas distantes como la de Santa Fé, Playa Baracoa y Punta Brava.

La Dirección Municipal de Cultura acogió con entusiasmo el proyecto, pues sería copartícipe de las ganancias. El “cover” sería de 20 pesos por pareja, y según las encuestas, más de 500 parejas visitarían cada noche  la discoteca. Una ventaja excepcional brindaba Soul Caribe, sus creadores correrían con el equipamiento necesario para llevarla a efecto. Un moderno sistema de luces prestado por el luminotécnico del teatro Carlos Marx, primo de los Martínez. También un equipo de luces inteligentes sería el apoyo del centro nocturno La zorra y el cuervo. Y sobre todo, el entusiasmo de los jóvenes de Jaimanitas, que limpiaron y pintaron el Cine Caribe, repararon las butacas y pulieron el piso.

Finalmente, se comunicó a los hermanos que la Empresa Provincial de Cines de Ciudad Habana debía aprobar el proyecto en una audición que se programó para un domingo por la noche. Jaimanitas se congregó a las puertas del Cine Caribe, y dicen que desde el estreno de La vida sigue igual, no se vio tanta gente por allí.

La comisión llegó a las 8 y 30 de la noche, presidida por la licenciada Tartabull, sorprendida al ver tanta gente frente a un cine. Observó extrañada a la peña campesina y a los tangueros con sus guitarras y canciones a cuestas; a las pequeñas del ballet; a los artistas plásticos frente a sus caballetes cubriendo los lienzos de abstracciones. Pero la cosa llegó a su clímax cuando Rogelio y Lazy hicieron pasar a la comitiva y le pidieron que se sentara. De repente se encendió una enorme pantalla y apareció en un video la figura del rapero 50 Cents. Los jóvenes subieron a la tarima y comenzaron a bailar. Tanta felicidad le resultó sospechosa a la licenciada Tartabull, quien se levantó como un resorte de su butaca y antes de marcharse con su comitiva  dijo:

-Apaguen eso. Los cines son para que la gente vea películas.

-¿Qué películas? –le preguntó Rogelio, enfurecido-, aquí solo vienen los murciélagos y los mosquitos.

-Esos mismos –dijo la licenciada antes de irse.

 

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