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22 de septiembre de 2008
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Gustav, Ike y las promesas (II parte. Final)

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Impresionante fue el derrumbe de una edificación en la calle Infanta, en las proximidades de la funeraria Nacional, y también lo es el panorama desolador que todavía se  aprecia en casi toda la ciudad; a pesar de las labores de recuperación y recogida de escombros, postes y árboles caídos, acometidas por entidades estatales y las fuerzas armadas.

Las autoridades pronosticaron, a partir de los niveles de precipitación registrados, varios derrumbes parciales y totales en los días siguientes al huracán Ike, en la medida que el sol caliente los inmuebles.  Ni Gustav ni Ike se sintieron con fuerza en la capital. Pasaron distantes o llegaron con otra categoría, y no produjeron la devastación que dejaron a su paso por otras regiones.

Las promesas gubernamentales incumplidas, entre ellas la de solucionar el crítico problema de la vivienda, han sido una constante pata floja desde 1959. El régimen hace promesas imposibles de cumplir, porque también se incumplen los planes fantasma sobre los cuales se sustentan las mismas. Fenómenos meteorológicos y otras catástrofes han sido siempre utilizados como excusa para justificar la ineficiencia de las autoridades. Se agota y se deteriora paulatinamente el fondo habitacional existente y se rechazan ayudas exteriores por motivos políticos. Finalmente, es el ciudadano quien termina por pagar las consecuencias de los caprichos de los dirigentes de la nación, que sí disfrutan de magníficas mansiones y privilegios de toda índole.

Decenas de habaneros se molestaron por el cierre de las principales avenidas, medida que desvió el tráfico de automóviles hacia las calles paralelas, estrechas y propensas a la caída de ramas y árboles. Algunos de los entrevistados atribuyeron las medidas excesivas de control del tráfico, al accidente ocurrido en el barrio de Miramar antes del paso del huracán, en el que perdieran la vida el hijo y la hija de Armando Hart y Haydée Santamaría. Del accidente muy poco se ha informado a la población.

Varios capitalinos entrevistados por este reportero se quejaron también de la subida de precio de los combustibles, en la víspera del huracán. A lo que se sumó el cierre de los bancos, las casas de cambio  (CADECAS) y de los mercados de productos  básicos.


El desespero y la confusión propiciaron que un grupo de turistas españoles recibieran dinero falso al cambiar en la carpeta del hotel Habana Libre (antiguo Hilton); dinero que presuntamente recibe el centro turístico del Banco Financiero Internacional, que opera dentro del mismo hotel.

Para colmo, entre las múltiples prohibiciones, desvíos y cierres, se prohibió también la venta de bebidas alcohólicas. La respuesta a esta medida fue la aparición inmediata de un mercado negro de licores.

 

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