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22 de septiembre de 2008
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Tras la tarima

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Decir en buen cubano “te metieron el pie”, es sinónimo de ser agredido u ofendido sin el menor intento de defensa. He ahí la razón de estar dopados por ese conformismo generalizado ante una ley, un compromiso o un producto que subió de precio porque así lo dispuso el Estado benefactor.

Después de la sacudida del huracán Ike, que puso boca abajo los cultivos desde oriente hasta occidente, era de esperar el alza de los precios en algunos productos agrícolas. 

A la prensa oficial se le alumbró el bombillo. Dispuso del periodista Jorge Rojo, de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, para que reportara desde varios agro mercados capitalinos el incremento en los precios de hortalizas y legumbres. Lo hizo sin el menor reparo, tan rojo como se apellida. Salió con su equipo en busca de los conspiradores que operan tras las tarimas particulares capitalinas. 

El Noticiero Nacional de Televisión transmitió el material, reportado por Rojo, la noche del miércoles 17 de septiembre. Según el video, las anomalías se registraron en la venta de frijoles colorados y cebollas, este último producto con su precio triplicado (de 4 a 20 pesos en moneda nacional). 

Entre los entrevistados, una mujer insatisfecha mostraba su compra, otros balbuceaban frente al micrófono sin abandonar la fila de consumidores en espera.

Es evidente que la necesidad se impone para todos, con las secuelas de un huracán o sin ellas. Al final, sobrevivimos. Asimilamos la agresividad o “el pie” sobre lo expuesto en la tablilla de precios en tiendas y agro mercados.

De nuevo aparece el culpable, el mismo de siempre, ese personaje malévolo e incógnito que llaman “intermediario”. Es sentenciado una y otra vez por la prensa estatal como el sujeto que establece los precios liberados del mercado informal. 

¿Qué es lo que no dicen, o no quieren decir sobre el intermediario? Desestiman su capacidad de compra, venta y transportación, gestión con que mantienen abastecida a la capital con los productos de la tierra, algo que el Estado no puede sostener con la periodicidad requerida.

No son las tarimas abarrotadas de viandas y hortalizas las que nos dejan los bolsillos en blanco. Existen otras, perfumadas y climatizadas que venden sus productos en divisas. Todo de primera y administrado por el consorcio militar. Igual experimentan incrementos en sus precios, sólo escapan de las cámaras y los reporteros. 

Invito a Jorge Rojo a que se adentre en las tiendas recaudadoras de divisas. En los mercados de 3ra. Y 70, 5ta. y 42 o los pertenecientes a los complejos Carlos III e Isla de Cuba. Que diga por dónde anda, o cuántos centavos subió el pollo, la carne de res o la leche. Por qué no pregunta por el atún o las sardinas que Hugo Chávez, el peor de los intermediarios, envió por los corredores del ALBA. 

Los reporteros oficiales nunca trazan su ruta informativa. Son teledirigidos al taller de reparaciones que incumplió, al surco enyerbado, a los salideros de agua albañales, al servicio demorado de cafeterías o a la fábrica que desvía sus recursos. 

Quisiera estar por unos segundos en Honduras o El Salvador. Dicen que sube 30 centavos de dólar la gasolina y enseguida sus ciudadanos se ponen a quemar gomas y autobuses. No sé de dónde sacan tanto combustible para dar candela. Nada, quizás de otro intermediario.  
 
Me alegro de vivir en Cuba. Cincuenta años de revolución y ni una piedra lanzada. Todos dicen, pero a la vez no dicen nada. Critican el alza de los precios y al final compran. ¿Cómo podrán entender el mercado estatal o el informal si no saben qué hay detrás de la tarima? ¿O sí?

 

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