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19 de septiembre de 2008
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Gustav, Ike y las promesas (Parte 1 de 2)

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) -  Mientras Victoria permanecía en Madrid, invitada por su hijo, su balcón se desplomó completamente. Victoria vive  en la calle línea y 4, en el Vedado. 50 años de deterioro continuado han colocado a esta valiosa edificación, que alberga a una decena de familias, al borde del colapso total tras el paso de los huracanes Gustav e Ike.

Los gritos de Victoria al enterarse , no eran precisamente de victoria y están plenamente justificados. Desde hace más de 25 años esta anciana ha escrito infinidad de cartas al Instituto de la Vivienda, al delegado de la circunscripción, al presidente del consejo de vecinos, a la dirección provincial del Partido Comunista, a la representación municipal del Poder Popular y a cuanta institución estatal existe.

El objetivo de las cartas era que les ayudaran con materiales de construcción, o les autorizaran a remendar el inmueble. Durante la última reunión del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), el delegado de la zona comunicó a los vecinos que era imposible acometer la reparación de dicho edificio en esos momentos, debido a que un funcionario lo había catalogado como patrimonio arquitectónico cultural y se precisaba de una brigada especial para su restauración; que en momento oportuno el historiador de la ciudad se haría cargo del asunto. Lo cierto es que fragmentos de la estructura se desmoronan a cada momento; por lo que algunos vecinos colocaron cintas de delimitación y carteles de peligro, para evitar daños a terceros, resignados, al parecer, a terminar sepultados bajo los escombros. Mientras, siguen esperando por la ayuda estatal.


En la  esquina de Águila y Colón, municipio Centro Habana, una historia similar dio origen a que un comando de bomberos rescató a los habitantes del edificio, que se vieron afectados por el desplome interior de un techo. Allí el panorama era aún más desolador, pues casi todas las viviendas aledañas se encuentran apuntaladas con maderos,  sostenidas por algo que los arquitectos llaman “arquitectura milagrosa”.

También a estos vecinos las autoridades les habían prometido que el Estado nunca les olvidaría.

A escasos metros del incidente anterior, en Malecón y Crespo, otra construcción se derrumbó, con el agravante de una persona sepultada por los escombros. Justo en el área que la Oficina del Historiador de la Ciudad se propuso remodelar, y el ex canciller Robaina pintoreteara alguna vez,  como a una vieja coqueta.

 

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