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19 de septiembre de 2008
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El cuento de nunca acabar

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Chacho, uno de los damnificados en 2004 por el huracán Charles, estuvo más de dos años esperando  a que el Poder Popular le restaurara las tejas arrancadas de su techo por el meteoro.

Cansado de esperar, Chacho tomó una decisión inteligente: se reconcilió  con su padre, quien se había ido en balsa a los Estados Unidos en 1994 por la costa de Jaimanitas.

Chacho salió ganando con la medida conciliatoria: en lugar de las prometidas tejas estatales, su padre le envió una buena suma de dinero desde Miami, y en tiempo récord el joven pudo construir una casa resistente, lista a enfrentar los temporales que vendrán.

De esta experiencia el hombre sacó conclusiones fundamentales con relación a cuestiones climatológicas y recuperativas, y ahora es todo un especialista en pronósticos. Desde el primer momento le dijo al vecindario que ni Gustav ni Ike golpearían directamente a la capital y mientras todos corrían a clavetear ventanas y amarrar tejas, Chacho, sentado en la placa de su casa permanecía impasible, recordando a Charles y las tantas noches durmiendo a la intemperie por falta de techo.

Un día después del paso por la región occidental de Cuba del feroz Ike, lo encontré en la orilla del mar exactamente por el lugar en que se lanzó al agua su padre.

-¿Te acuerdas  del ciclón Charles?

-Charles fue un cicloncito en comparación con Gustav y con Ike –me dijo-, y sin embargo, me arrancó el techo de raíz. No sé qué hubiera sido de mi antiguo rancho si estos animales lo llegan a coger. Gracias que mi papá me envió la solución definitiva.

-Pero a pesar de todo, gracias a la acción de la Defensa Civil,  se perdieron muy pocas vidas.

-Es cierto. La vida es la única cosa imposible de reponer cuando se pierde, pero creo que el gobierno juega un papel demasiado paternalista. ¿Por qué no les venden a los necesitados materiales de construcción a precios asequibles y permiten que construyan viviendas resistentes, en vez de gastar año tras años tanto millones en transporte, combustible, salarios para los cientos de miles de familias evacuadas y tanta propaganda televisiva?

-¿Has visto las imágenes en la televisión?

-Claro. Es lo que más ponen hace días. Bohíos y bajareques en el piso. Yo  me pregunto si allí vivía gente y si son imágenes de Cuba o de Haití. Una infraestructura rural que da grima. Y para colmo, artistas. Delegaciones culturales cantándole a los damnificados y haciéndoles chistes. Es lo más absurdo que he visto en mi vida. Lo último que necesita esa gente son  canciones o chistes. Mira a tu alrededor, la gente caminando como zombis sin rumbos fijo, buscando comida. Luego vendrán a cuenta gotas las tejas y el papel de techo, hasta el próximo huracán.

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