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16 de septiembre de 2008
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El poder de decir NO

Adrián Leiva

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Cada ser humano es único y si bien hay conocimientos que  adquiridos durante nuestro paso por la vida que nos ayudan a alcanzar el llamado sentido común, hay personas que parecerían tener el cerebro como  aditamento ornamental. Para esta especie, razonar y buscar formas útiles de servir a la sociedad es casi imposible.

En Cuba, un país donde la falta de raciocinio campea por sus respetos, el grupo más afectado por este problema es el de los funcionarios. Una parte considerable de los que integran la burocracia hace que la palabra que identifica su labor en la sociedad tenga una carga fuertemente negativa. El trabajo que desarrollan supuestamente para que las cosas marchen, se dirige más bien a entorpecer y bloquear el avance normal de la sociedad. El tremendo poder que tienen sus determinaciones obstruye cualquier solución simple y eficaz para los problemas cotidianos.

Podríamos llamarlos “los señores del NO”, enfrascados en una tarea vital: imponerse a aquellos que apuestan por el SÍ. Estos señores abusan constantemente de frases como “no se puede” o “no hay”. Suelen ser expertos en el arte de simular, a tal punto que aparentan vivir como cualquier ciudadano. Dicen usar los mismos medios de transporte, comer picadillo de soya y hasta afirman su abstinencia a la carne de res y los camarones, ausentes desde hace años de las mesas cubanas.

Disfrutan en Varadero y otros centros turísticos a los cuales no pueden ingresar los cubanos; hasta hace poco por decreto y ahora por falta de recursos. Nadie sabe  si  los señores del no tienen herramientas mágicas que les proporcionan las divisas para pagar la estancia en esos lugares vedados, pero lo cierto es que encuentran siempre las puertas abiertas.

Detectarlos es cuestión de observación.  Concentran toda su energía en crear complejas metodologías para controlar sencillos problemas o materiales que no existen, desechando siempre cualquier solución sencilla y viable. Para ellos, hay dos variantes aparentemente contradictorias: si falta algo, siempre es debido al “bloqueo enemigo”; aunque siempre se sobre cumplan las metas propuestas “a pesar del bloqueo imperialista”.

Otra de las cualidades de los portavoces del no es su afición a distribuir la miseria. Llevan casi medio siglo haciendo gala de sus habilidades grandes aritméticas: Dividen familias, suman hambre, restan libertades y multiplican problemas. Todo con resultados negativos. Al parecer se realizan al ver que gran parte de sus congéneres no consiguen ser felices con tantas prohibiciones.

Sin embargo, existe un sencillo antídoto contra estos señores. Aunque parezca contradictorio, son alérgicos al NO que defienden y los define. Para contrarrestar su maléfico influjo sólo hace falta que aquellos que los padecen se decidan un día a exorcizarlos. La invocación del conjuro es precisamente el NO con el que tanto tiempo han paralizado a la nación; y es que el NO al NO tendría una proyección positiva.

 

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