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16 de septiembre de 2008
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Mala racha

Rafael Ferro Salas

PINAR DEL RÍO, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Vuelve la amenaza ciclónica. Retorna el desvelo para los habitantes de esta provincia. En plena fase de recuperación, tras el paso del huracán Gustav, los pobladores de la más occidental de la isla entran en alerta, esperando la indeseable visita del meteoro Ike. 

-Parece un castigo de Dios -dice mi vecino Felipe.

Esta mañana ha empezado las labores para proteger su casa. Todos intentan hacer algo con lo que tienen a mano. Hay bastante experiencia en esta provincia cuando de huracanes se trata. Somos una especie de corredor permanente en las trayectorias de los ciclones. 

Lo primero es asegurar puertas y ventanas. Recoger algo de agua potable, adquirir unas baterías (en caso de poseer una linterna) y sentarse a esperar. Todo parece estar bien calculado pero, hay un gran problema: aquí casi nadie tiene a mano los recursos necesarios a la hora de prepararse para recibir un huracán, y es ahí donde empiezan a complicársenos las cosas. 

Hace más de cuarenta años que los cubanos enfrentan huracanes desarrollando la inventiva propia. Todo puede ser utilizado, desde una bolsa de nailon hasta una vieja caja de cartón que terminan empotradas en una ventana. En tiempo de preparación para recibir huracanes el paisaje cambia en cada poblado involucrado en el aviso de alerta. 
Los techos de las casas se cubren con sacos de arena con el objetivo de asegurar tejas y planchas de fibrocemento para evitar que sean arrastradas por los vientos. Es la alternativa del vale todo, porque todo o casi todo puede servir cuando no se tiene nada. Y parece un trabalenguas, pero no lo es. 

En Cuba no hay ferreterías donde comprar herramientas de ningún tipo. Se recorren las ciudades de un extremo al otro y no se encuentra una caja de clavos, tampoco un martillo y mucho más difícil aún le será encontrar un poco de madera. 

Esos recursos están en manos del Estado, que tiene como preocupación principal salvar las vidas de los ciudadanos, según declara a voz en cuello. No exagero si digo que en Cuba hay record en lo que a preservación de vidas humanas en tiempo de ciclón se refiere. La consigna gubernamental es: “No importa que el ciudadano pierda todo a causa de los vientos y la lluvia, su vida fue salvada y eso es lo esencial”. Pero,  ¿qué viene después? Vienen muchas cosas, y en sus mayorías malas; tan malas que muchos de los rescatados preferirían haber dejado la vida en el camino trazado por el viento y la lluvia. Lamentan haber sido salvados y pueden llegar a odiar por ello a los que lo hicieron.  Descontrol, burocratismo, irresponsabilidad y escasez son los monstruos que deben enfrentar los damnificados en Cuba tras el paso de los huracanes.  

Así las cosas, nos sobran razones para estar alarmados cuando de huracanes se trata. 
-Los pinareños –dice Felipe- estamos fatales este año, y los cubanos todos envueltos en una mala racha.

 

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