3 de septiembre de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

La estrategia del guanajatabey

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Voltaire debe andar rabiando en cuatro patas por los pasillos del infierno al ver las ceremonias de asunción de poder en Bolivia y Paraguay, donde aimaras y guaraníes exponen sus rituales de  plumas y collares. Jean Jacques Roseau se comerá las uñas de placer en ultratumba. Su teoría de que las ciencias, las artes y las instituciones han corrompido a la humanidad, según la cual el estado natural o primitivo es superior en el plano moral al civilizado, se hace realidad en nuestra América.

Cuba no debe quedarse atrás, pues el retorno a los árboles y cavernas nos hará libres. Por eso es necesario rescatar las costumbres y tradiciones de nuestros aborígenes guanajatabeyes.

La superioridad del behíque sobre la del Médico General Integral (MGI); así como su sapiencia en brujerías por encima del  psicólogo y el santero harán de los cubanos un auténtico pueblo primitivo, libre de las ataduras de la civilización.

Aunque ya lo intentamos en los años 90, por culpa del desvío de recursos asignados para la confección de taparrabos, hamacas, huaraches, flechas y arcos, entre otros artefactos precolombinos, aún usamos pantalones.

Ya es hora de que dejemos de buscar un tratamiento contra el SIDA y utilicemos pócimas retrovirales de semillas de aguacate.

Resultan obsoletos los intercambios culturales con otros países en comparación con un Festival Internacional de Flautas de Bambú, Quenas y otros instrumentos soplados por indios arahuacos; o un Encuentro de Indígenas por la Paz, donde sean sustituidos los misiles por el arco y la flecha.

Debemos desaparecer instituciones como Casa de las Américas, Palacio de las Convenciones  y armar un rancherío en las márgenes del rio Quibú en el que los caciques y sus invitados (entre mordidas a una exquisita  jutía conga con boniato y buches de zumo de limón), debatan el porvenir de un gobierno indígena universal.

La experiencia la tenemos, lo que nos falta es dedicación para demostrar a las bravías tribus de indios gayones venezolanos, que a nuestros guanajatabeyes  también les ronca el taparrabo.

Para eso nada mejor que la Operación Indio al Suelo, que incluya la construcción de un taller de flechas La punzante, una fábrica de taparrabos Speedo, y una zapatería de Huaraches Cayo Alegre, que garanticen la defensa, la moral y el paso al frente sin temor.

La vuelta al bosque debe seguir siendo socialista, pero del siglo XXI. No se puede permitir nada que dé lugar al desvío de recursos, la corrupción y la ineficiencia que muestra la sociedad cubana actual.

No queremos ver a un cacique montado en una balsa con motor, a una guanajatabey entregando su cuerpo por jabón de hojas de Maguey, ni a un taíno vendiendo hamacas en una tarima del rancherío Los antropófagos del Alba.

Si regresamos a los árboles, que no sea por darle la razón a Rosseau, o poner a rabiar a Voltaire, si no por solidaridad con los monos y aborígenes que han convertido en una selva al continente americano.

 

 

 

 
 
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