1 de septiembre de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¿Provecho o desventaja?

Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Se generalizan en Cuba conductas que violan la ley. Es lo normal, cuando se prohíbe a un individuo ir contra sus instintos naturales. Producir, vender o revender son actividades consustanciales  a los seres humanos. 

Es ilógico prohibir conductas que no lesionan intereses generales en la sociedad. ¿Qué daño hace a la convivencia social que un ciudadano venda huevos pregonando por las calles? También lo es que una norma declare ilícito un hecho y no existan las condiciones necesarias para poder cumplirla.   

¿Qué sentido tiene que el gobierno impida a sus ciudadanos la iniciativa económica privada? Si se piensa racionalmente, las ilegalidades reportan al gobierno cubano más desventajas que provechos. 

Las ilegalidades son primas hermanas de la corrupción. El desvío de recurso engorda el mercado negro y todo junto hunde más la deteriorada economía. Pero, obviamente ésta no es de interés del gobierno. Si le importara, hubiera permitido y estructurado una iniciativa económica ciudadana que impulsara a la nacional. 

Sabe el gobierno que es irracional mantener una prohibición que no va a ser cumplida. Las autoridades están conscientes de que los ciudadanos necesitan recurrir a actividades ilícitas para sobrevivir. La situación económica los obliga a ello.  

Como si fuera poco, aumenta el número de disposiciones que llevan a los extremos las prohibiciones legales. Estas son aplicadas por los agentes policiales, que por medio de un amplio y complejo sistema de multas, sofocan más a la población.

Las ilegalidades impiden mantener el orden legalmente establecido. De paso afectan la educación del pueblo. El gobierno enseña a los individuos a vivir como bárbaros y no en una sociedad civilizada donde hay reglas que deben ser cumplidas. Por tanto, no le interesa promover en los ciudadanos la observancia y el respeto de la ley. 

Las ilegalidades hacen perder el consenso social necesario para legalizar el poder. Las normas conformistas que se exigen a los ciudadanos a través de la ley,  no son aceptadas. La mayoría de los cubanos disienten de la ideología comunista y de la elite que la representa.  
Eso no lo dicen los periódicos, tampoco se escucha en la radio ni en la televisión. Eso se oye y se siente a diario, en cada parada o dentro de los ómnibus. En cada esquina, en cada cola, de las muchas que tiene que hacer día a día el cubano.  

Si son tantas las desventajas que reportan las ilegalidades y tampoco se hace lo racional para detenerlas, ¿cuál es el verdadero propósito del gobierno cubano? Lo único lógico dentro de su irracionalidad es que pretenda mantener un sistema de lealtad basado en la ilegalidad.  

Imaginemos que un individuo vende cervezas en su casa. A ese ciudadano es al que menos le conviene vincularse con un grupo opositor. Es cuestión de tiempo tener detrás a la Seguridad del Estado y una sentencia de privación de libertad.  

Lo más aconsejable para él es mantenerse al margen de cualquier actividad política en contra del gobierno. Incluso le conviene más ser presidente del Comité de Defensa de la Revolución. No tendrá problemas porque cumple con los mandatos y tarea que exigen los comunistas. Incluso, de ser necesario, da información sobre sus vecinos, si de eso depende mantener su estatus.  

Visto desde este punto, las ilegalidades convienen al gobierno cubano. Sus prohibiciones mantienen atado de pies y manos al pueblo. Su cuerpo policial lo asfixia y reprime. Y de paso logra que la población para subsistir, le sea leal. En esas condiciones su poder puede durar medio siglo más.

laritzadiversent@yahoo.es 

 

 

 

 
 
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