1 de septiembre de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Ciclón en un vaso de agua

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - La incorrección social de Gorki Águila, líder del grupo de punk-rock cubano Porno para Ricardo, es la de un santo franciscano si la comparamos, por ejemplo, con la de Manu Chao, el rockero franco-hispano que hace muy poco vino a La Habana, invitado por el régimen, y hasta metió su bulla en la llamada Tribuna Antiimperialista, aplaudido y gozado por miles de simpatizantes.

Gorki

No se trata de negarle a Manu Chao su derecho soberano a ser todo lo provocador, antisistema y disoluto que corresponde a un rockero alternativo. Ni siquiera cuestionamos su derecho a ejercer de bufón público de tiranías, con todo y la lesión moral que esto pueda ocasionarle a sus fans en el mundo. 

Lo que causa extrañeza es que Gorki sea considerado legalmente peligroso, y aún que sea prohibido, marginado, asediado, juzgado y encarcelado por las mismas autoridades que invitan a Manu Chao a su escenario estrella, y que además lo gratifican, le abren amplios espacios en la prensa oficial y le allanan todas las vías de acceso a la juventud del país, entre la cual, claro, son numerosos sus admiradores.

Por otro lado, más que extrañeza, causa confusión el hecho de que algunos entusiastas de allende los mares se muestren ahora presurosos por convertir a Gorki Águila en una especie de héroe y luchador convencido y de primera fila contra el régimen.

¿No estarán equivocando el rol? Una cosa es que sea defendido, con el mayor énfasis y a través de todos los medios posibles, el derecho de este joven habanero a vivir como vive y a escribir y cantar las canciones que le salgan del alma, y otra cosa es que forcemos la realidad –sin consultar siquiera al propio Gorki- convirtiéndolo en un paladín de la política, algo que él mismo no se ha propuesto, ni debe interesarle demasiado.

Con Gorki, el régimen comete -en realidad viene cometiendo desde hace mucho tiempo- uno de sus acostumbrados atropellos a los más elementales derechos de los seres humanos. Y en ese sentido nunca será demasiado lo que hagamos por denunciar el abuso de que es víctima y por tratar de ayudarlo.

Pero si lo que necesitamos son héroes, auténticos representantes de la lucha temeraria y concienzuda que hoy libran desde el interior de Cuba tantos paisanos, sería mejor que los buscáramos entre nuestros prisioneros de conciencia y entre los miles que se la juegan a diario en las calles, ejerciendo la oposición con total diafanidad y con el corazón en el medio del pecho, aunque, en la mayoría de los casos, con muy pobre reconocimiento internacional.

En política, y muy particularmente dentro de las anormales circunstancias que impone el ejercicio de la oposición al régimen de la Isla, los ciclones en el clásico vaso de agua suelen ser fatales debido a la facilidad con que resultan disueltos.

Como ser humano cuyos derechos están siendo pisoteados, y además como cubano que sufre y enfrenta sin miedo las adversidades que le acarrea la historia, Gorki Águila merece toda nuestra solidaridad y nuestro apoyo. Al tiempo que los miles de héroes anónimos que hoy enfrentan al régimen, pacífica pero resuelta y verticalmente, merecen algo más que la frivolidad mediática.

 

 

 

 
 
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