¡Salva al chofer!

Odelin Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - ¡Salva al chofer! -exclama un lánguido moreno parado detrás de la alcancía del P-7, ómnibus articulado que cubre la ruta Cotorro-Parque Central, en la capital cubana. El ciudadano no vestía camisa blanca y pantalón azul, uniforme que suelen usar los empleados que cobran el pasaje, pero actuando como tal, recogía el dinero y lo depositaba dentro de la cabina del chofer. 

Quise abordar este tema semanas antes de que el gobierno cubano llamara a combatir la especulación, la corrupción y el desvío de materiales destinados a la recuperación, a raíz del desastre causado por los huracanes Gustav y Ike. 

La suspensión del personal empleado en el cobro del pasaje de los nuevos ómnibus articulados devino una problemática que hoy afecta más a los chóferes que a los propios pasajeros. Los llamados “conductores” fueron sustituidos por rusticas alcancías, cuyas hendiduras fueron diseñadas para asimilar todo tipo de moneda u otro objeto similar.

Borrar al conductor del servicio de Ómnibus Metropolitano, en su variante articulada, atendía a un sinnúmero de quejas reiteradas por la población con respecto al cobro del pasaje (0.40 centavos de peso). Estratégicamente, dichos empleados alegaban no tener cambio cuando el pasajero abordaba el ómnibus con billetes o monedas de a peso. 

Pero no quiero adentrarme en los malabares de un conductor, un chofer o un maletero de hotel, en fin, todo aquel empleado del régimen que sobrevive al margen de sus necesidades.

De inconformidades y contradicciones estamos rodeados, aún cuando por exceso o por defecto, provocamos las decisiones del Estado.

Ahora resulta que algunos depositan lo que tienen en la alcancía, y si no tienen, igual abordan el ómnibus. Otros, los más solidarios, prefieren entregar los centavos o el peso al chofer.

Un chofer vecino de este reportero, quien prefirió mantenerse en el anonimato, cubre la ruta del P-6 (Calvario-Vedado, Ciudad de la Habana). Decidió tomar sus vacaciones anticipadas, tiempo que le permitirá reflexionar si sigue o no manejando 8 horas por 400 pesos al mes, aproximadamente 12 pesos convertibles (CUC). Cuando le pregunto el por qué de su decisión, me comenta que se había creado un cuerpo de inspectores con el objetivo de sorprender in fraganti a los chóferes.

Los represores asignados al gremio de transportistas urbanos se hacen pasar por pasajeros. Sin el menor escrúpulo, le pagan directamente el pasaje al chofer. Una vez mordido el anzuelo, le ordenan detener el ómnibus para un breve registro. Para no causarle molestias a la población, el conductor del articulado termina su recorrido. Luego es despedido de su puesto laboral y sometido a los tribunales.

Como resultado de los primeros abordajes practicados en ómnibus pertenecientes a la terminal de Alamar, al este de la capital, fueron destituidos tres chóferes del P-11 (Alamar-Vedado), dos del P-3 (Alamar-Túnel de Línea) y uno del P-15 (Alamar-Parque de la Fraternidad).

La alerta no tardó en llegar al resto de las terminales capitalinas. El disgusto ha sido tal que algunos chóferes prefieren abandonar el timón y emigrar a otras labores. 

Pude comprobar que otros apelan a la “honradez”. Intenté discretamente ofrecerle mi pasaje a uno de los chóferes del P-C, ómnibus articulado que cubre el itinerario desde la Villa Panamericana hasta el municipio capitalino Playa y me dijo señalando la alcancía con el dedo:

-¡Échalo ahí, brother!

Miles de capitalinos diariamente no pagan el ómnibus, y los chóferes son el blanco de una nueva ofensiva ordenada por el gobierno. Quizás reparen el error y retornen los conductores con un nuevo y más sofisticado sistema para el cobro del pasaje. 

Mientras la marea siga alta y no cese la ola de registros, inspecciones y juicios sumarios por especulación y delitos económicos, más vale decir “sálvese, chofer”.

odelinalfonso@yahoo.com